ROMA,
La Comisión Teológica Internacional presentó este jueves el documento "Dios Trinidad, unidad de los hombres. El monoteísmo cristiano contra la violencia", cuya elaboración tomó cinco años de estudios en los cuales se abordaron "algunos aspectos del discurso cristiano sobre Dios, confrontándose en particular con las teorías según las cuales existiría una relación necesaria entre el monoteísmo y la violencia".
El texto ha sido preparado por una subcomisión formada por los arzobispos Mons. Savio Hon Tai-Fai y Mons. Charles Morerod, el obispo Mons. Paul Rouhana, y los sacerdotes P. Peter Damian Akpunonu, P. Gilles Emery, P. Thomas Norris, P. Javier Prades López, P. Pierangelo Sequeri y el P. Guillermo Zuleta Salas. El presidente de la subcomisión fue el P. Philippe Vallin.
Así, luego de las discusiones desarrolladas entre 2009 y 2013, este documento fue aprobado por la Comisión el 6 de diciembre 2013 y fue después sometido a su presidente, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Gerhard L. Müller, quien autorizó su publicación.
"El texto de reflexión teológica que presentamos se propone mostrar algunos aspectos del discurso cristiano sobre Dios que, en el contexto actual, requieren una clarificación teológica específica", señala la presentación del documento de cinco capítulos.
"La ocasión para esta clarificación es la teoría, que se argumenta de diversas maneras, según la cual se da una relación necesaria entre el monoteísmo y las guerras de religión. La discusión en torno a esta conexión ha hecho que salgan a la luz no pocos motivos de malentendido de la doctrina religiosa, que oscurecen el auténtico pensamiento cristiano sobre el único Dios", indicó.
En ese sentido, la presentación afirma que "la fe cristiana reconoce en la instigación a la violencia la máxima corrupción de la religión", una convicción que nace "a partir de la revelación de la intimidad misma de Dios, que llega a nosotros mediante Jesucristo. La Iglesia de los creyentes es consciente del hecho de que el testimonio de esta fe debe ser correspondida con una actitud de conversión permanente: esto implica también la "parresia" (es decir la franqueza valerosa) de la necesaria autocrítica".