VATICANO,
El Papa Francisco se reunió esta tarde (hora local) en la Basílica de San Pedro con la comunidad filipina de Roma y a los alentó a no dejar la "oración del por qué" para atraer los ojos de Dios, la mirada del "Papá del cielo" ante el dolor y el sufrimiento que ha provocado el tifón que golpeó hace unos días al país asiático y que ha cobrado la vida de miles de personas.
El Santo Padre dirigió unas sentidas palabras a los presentes y agradeció al Arzobispo de Manila, Cardenal Luis Antonio Tagle, por su mirada de esperanza. "En estos días, también yo estuve muy cercano a su pueblo y he sentido que la prueba era fuerte, ¡demasiado fuerte! ¡Pero también sentí que el pueblo era fuerte! Aquello que dijo el Cardenal es verdad: la fe surge de las ruinas. La solidaridad de todos en el momento de la prueba".
"¿Por qué suceden estas cosas? No se puede explicar. Hay tantas cosas que nosotros no podemos entender. Cuando los niños comienzan a crecer no entienden las cosas y comienzan a hacer preguntas al papá o a la mamá: 'Papá, ¿Por qué…? ¿Por qué?, ¿Por qué?'. Los psicólogos lo llaman la edad de los 'por qué' porque el niño no entiende… Pero si nosotros estamos atentos, veremos que el niño no espera la respuesta de su papá o de su mamá: otro porqué y otro porqué".
El Papa Francisco dijo luego que "el niño necesita en aquella inseguridad que su papá y su mamá lo miren. Necesita los ojos de sus padres, necesita el corazón de sus padres. En estos momentos de tantos sufrimientos no se cansen de decir: '¿Por qué?', como los niños. Y así atraerán los ojos de nuestro Padre sobre su pueblo, atraerán la ternura del Papá del cielo sobre ustedes. Como hace el niño cuando pregunta: '¿Por qué…? ¿Por qué?'".
"En estos momentos de dolor, esta fuerza sea la oración más útil: la oración del por qué. Pero sin pedir explicación, solamente pedir que nuestro Padre nos mire. También yo los acompaño a ustedes, con esta 'oración del por qué'", concluyó.
El encuentro del Santo Padre con los filipinos se dio en ocasión de la bendición del mosaico que representa a San Pedro Calungsod (1654-1672), catequista católico filipino, mártir, proclamado santo por Benedicto XVI el 21 de octubre de 2012.