VATICANO,
"Los cristianos vivan en paz en la tierra de Jesús. No me resigno a pensar en un Oriente Medio sin cristianos", es uno de los pasajes más significativos del discurso que el Papa Francisco dio ante los de la Asamblea Plenaria de la Congregación para las Iglesias Orientales.
El Santo Padre instó a los fieles de todo el mundo a seguir rezando por la paz en Oriente Medio, especialmente en Siria y Tierra Santa. Antes, el Papa se reunió con los patriarcas de las Iglesias orientales católicas a los que invitó a privilegiar la colegialidad. El Pontífice aprovechó la oportunidad de la audiencia para renovar su llamamiento a los cristianos en el Medio Oriente, que, señaló, "como un pequeño rebaño sufren las pesadas consecuencias de las tensiones, conflictos y persecución en Siria, Irak, Egipto y Tierra Santa".
"El memorable Concilio Vaticano II también tuvo el mérito de recordar explícitamente como en las antiguas liturgias de las Iglesias Orientales, en su teología, espiritualidad y disciplina canónica 'resplandece la tradición que viene de los Apóstoles a través de los padres y que constituye parte del patrimonio divinamente revelado e indiviso de la Iglesia universal'", dijo el Papa.
"De la evaluación del camino recorrido surgirán orientaciones para sostener la misión encomendada por el Concilio a los hermanos y hermanas de Oriente, es decir, la de promover la unidad de todos los cristianos, especialmente los orientales. El Espíritu Santo los ha guiado en esta tarea sobre los senderos, no fáciles,de la historia, alimentando su fidelidad a Cristo, a la Iglesia universal y al Sucesor de Pedro, incluso a caro precio, no pocas veces hasta el martirio. ¡La Iglesia entera os lo agradece!", exclamó.
Después, siguiendo las huellas de sus predecesores reafirmó que "dentro de la comunión eclesiástica, existen legítimamente Iglesias particulares, que gozan de tradiciones propias, permaneciendo inmutable el primado de la cátedra de Pedro, que preside la asamblea universal de la caridad, protege las diferencias legítimas y simultáneamente vela para que las divergencias sirvan a la unidad en vez de dañarla. Sí, la variedad auténtica, legítima, la inspirada por el Espíritu no daña la unidad, sino que la sirve; el Concilio nos dice que esta variedad es necesaria para la unidad".
Francisco ha referido que los patriarcas y arzobispos mayores le habían hablado esta mañana de la situación de las diversas Iglesias orientales, en las que destaca "la vitalidad renovada de las que han estado oprimidas durante largo tiempo por los regímenes comunistas, el dinamismo misionero de las que se refieren a la predicación del apóstol Tomás, la perseverancia de las que viven en Medio Oriente, a menudo en la condición de 'pequeño rebaño', en entornos marcados por la hostilidad y el conflicto y también por las persecuciones encubiertas.