BANGKOK,
"Ha sido como un tsunami. La ola que ha dejado sumergida a la ciudad de Tacloban, totalmente destruida, tenía 18 metros de altura. La zona de la provincia de Leyte (Filipinas central) golpeada por el tifón Haiyen es realmente amplia y la destrucción es notable. Infraestructuras y viviendas han quedado arrasadas. Se necesitará un plan de rehabilitación y reconstrucción de gran escala para poder restituir una vida normal a la población", afirma el filipino Eleazar Gómez, filipino, coordinador regional de Cáritas Asia.
En un comunicado enviado a la agencia vaticana Fides, Gómez comenta que "estamos cerca de las personas afectadas por el duelo y hacemos un llamamiento para que se realice una movilización internacional de los gobiernos, las ONG y los privados para las ayudas".
Según las estimaciones, han muerto a causa del tifón entorno a unas 10 mil personas, mientras que las familias de las personas sin hogar o desplazados son más de 900 mil. En total se calcula en 10 millones de personas afectadas por este desastre natural.
Un comunicado enviado a Fides por el Padre Edwin Gariguez, director de Cáritas Filipinas, informa que "el gobierno local está haciendo todo lo posible para proporcionar raciones de alimentos. La Iglesia está tratando de proporcionar viviendas temporales y refugios".
Cáritas Filipinas ha lanzado un llamado a las 86 diócesis del país para hacer una contribución de solidaridad. La cuestión de la ayuda a las víctimas de los desastres naturales será el tema central de la campaña de cuaresma de la Conferencia Episcopal de Filipinas. El objetivo es educar a los fieles al espíritu de generosidad y solidaridad.
Los voluntarios de Cáritas se están organizando en las diócesis afectadas por el desastre y los alrededores. La arquidiócesis de Jaro ha informado que las ciudades de Concepción, Ajuy, Estancia y Balasan, han sido destruidas y los voluntarios católicos siguen trabajando para salvar vidas.