BUENOS AIRES,
El presidente de la Comisión Episcopal del Apostolado Laico y Pastoral Familiar y Arzobispo de Corrientes (Argentina), Mons. Andrés Stanovnik, recordó que el estilo pastoral para la familia y el cuidado de la vida es "vincular" y se distingue por "la alegría, el entusiasmo y la cercanía" y consideró que para hacerlo, sobre todo en una época de cambio cultural que impactó en la relación varón-mujer, es necesario fomentar una nueva Pastoral.
El Prelado dio estas directivas al disertar sobre "La Familia y el cuidado de la vida a la luz de las orientaciones pastorales (2012-4)", en el marco del XXXVII Encuentro Nacional del Movimiento Familiar Cristiano (MFC), que se realizó entre el 12 y el 14 de octubre en Villa Giardino, Córdoba.
"La causa principal de la crisis de los matrimonios y de las familias cristianas es la misma que percibimos en el sacerdocio y en la vida consagrada: el debilitamiento en la vida de fe. Y cuando ésta disminuye, la vida en lugar de expandirse se repliega sobre sí misma y, como consecuencia, padece también el entusiasmo por la misión, que siempre supone salir al encuentro, dejar la propia orilla, y 'navegar mar adentro'. La fe solo crece y se fortalece creyendo, es decir, llevándola a la práctica", advirtió.
"A la luz de la fe, la razón humana descubre las causas más profundas del valor de cada vida humana, desde la concepción y hasta su muerte natural, y los motivos que obligan a extremar el cuidado de promoverla, atenderla y acompañarla a lo largo de toda su trayectoria. No hay ninguna realidad humana que pueda reemplazar la misión que tiene el matrimonio constituido por un varón y una mujer en el cuidado de la vida", agregó.
Monseñor Stanovnik destacó que en la página web de la Universidad Católica Argentina (UCA) - www.uca.edu.ar se encuentra la Declaración Ciudadana por la Vida y la Familia, que está a disposición para recibir adhesiones y consideró que allí "tenemos una excelente síntesis sobre los principios y valores fundamentales para la convivencia social, vinculados a la dignidad de la vida humana".
Esta vida humana debe ser "asegurada sin distinciones de ningún tipo desde su concepción hasta la muerte natural; al deber que tiene el Estado y la sociedad de proteger el matrimonio como comunidad de vida y amor entre un varón y una mujer; y, finalmente, al derecho que tienen los niños de crecer en una familia fundada en la unión estable entre varón y mujer y a ser educados según las convicciones de sus padres".