VATICANO,
En la Misa que presidió esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta en donde reside, el Papa Francisco alentó a los cristianos a no buscar una santidad "de lavandería", que sea "toda bonita, impecable" pero que no tenga el celo de predicar al Señor ni el amor misericordioso por los demás.
Reflexionando sobre la historia de Jonás, el Papa dijo que en el Evangelio Jesús habla de una "generación perversa". Su palabra es muy fuerte. Pero, advirtió, no se refería a la gente "que lo seguía con tanto amor", sino a los "doctores de la ley" que "trataban de ponerlo a la prueba para hacerlo caer en la trampa".
Estas personas, de hecho, "le pedían señales" y Jesús responde que sólo se les dará "la señal de Jonás". Existe, sin embargo, advirtió el Papa Francisco, el "síndrome de Jonás". El Señor le pidió que fuera a Nínive, y él huyó a España. Jonás, dijo, "tenía las cosas claras": "la doctrina es ésta", "se debe hacer esto" y que los pecadores "se las arreglen ellos, yo me voy". A aquellos que "viven según este síndrome de Jonás", añadió el Pontífice, Jesús "llama hipócritas, porque no quieren la salvación" de la "gente pobre", de los "ignorantes" y de "pecadores".
"El 'síndrome de Jonás' no tiene celo por la conversión de la gente, busca una santidad -me permito la palabra- una santidad de 'lavandería', toda bonita, impecable, pero sin ese celo de ir a predicar el Señor. Frente a esta generación enferma del 'síndrome de Jonás' el Señor promete la señal de Jonás. La otra versión, la de Mateo, dice que Jonás estuvo dentro de la ballena por tres días y tres noches, referencia a Jesús en el sepulcro –a su muerte y resurrección– y aquella es la señal que Jesús promete contra la hipocresía, contra esta actitud de religiosidad perfecta, contra esta actitud de un grupo de fariseos".
Hay una parábola en el Evangelio, agregó el Pontífice, que retrata muy bien este aspecto: la del fariseo y el publicano que oraban en el templo. El fariseo, "tan seguro de sí mismo", daba gracias a Dios ante el altar por no ser como el publicano que en cambio sólo pedía la misericordia del Señor, reconociéndose pecador.
He aquí que "la señal que Jesús promete para su perdón, a través de su muerte y su resurrección", dijo el Papa, "es su misericordia": "Misericordia quiero y no sacrificios".