VATICANO,
En un encuentro sostenido con los jóvenes durante su visita a Asís, ciudad natal de San Francisco, el Papa Francisco exhortó a los jóvenes a "llevar el Evangelio a través del testimonio de nuestra vida".
El Santo Padre les señaló a los jóvenes a San Francisco como un ejemplo a seguir, pues "hizo crecer la fe, renovó la Iglesia, y al mismo tiempo renovó la sociedad, la hizo más fraterna, pero siempre con el Evangelio".
Durante el encuentro, el Papa respondió con humor y alegría diversas preguntas planteadas por los jóvenes asistentes.
"Me alegra que la primera pregunta haya sido de un matrimonio joven ¡un lindo testimonio! Dos jóvenes que han optado, que han decidido formar una familia, con alegría y con valor. ¡Sí, porque es cierto, se necesita ser valientes para formar una familia! ¡Hace falta valor!".
Francisco indicó que "la pregunta de ustedes, jóvenes esposos, se enlaza con la de la vocación. ¿Qué es el matrimonio? Es una verdadera vocación, al igual que el sacerdocio y la vida religiosa".
"Dos cristianos que se casan han reconocido en su historia de amor la llamada del Señor, la vocación para formar de dos, hombre y mujer, una sola carne, una sola vida. Y el Sacramento del matrimonio envuelve este amor con la gracia de Dios, lo arraiga en Dios mismo. ¡Con este don, con la certeza de esta llamada, se puede partir seguros, no se tiene miedo de nada, se puede afrontar todo, juntos!".
El Santo Padre les pidió a los jóvenes que "pensemos en nuestros padres, en nuestros abuelos o bisabuelos: se casaron en condiciones mucho más pobres que las nuestras, algunos en tiempo de guerra, o en la posguerra; algunos emigraron, como mis padres. ¿Dónde encontraban la fuerza? La encontraban en la certeza de que el Señor estaba con ellos, de que la familia está bendecida por Dios en el Sacramento del matrimonio, y de que es bendita la misión de tener hijos y de educarlos".
"¡Queridos amigos, se necesita esta base moral y espiritual, para construir bien y de forma sólida! Hoy en día, las familias y la tradición social ya no garantizan esta base".
Francisco criticó que la sociedad actual "privilegia los derechos individuales en lugar de la familia, estos derechos individuales privilegian las relaciones que duran hasta que no surgen dificultades, y por esta razón a veces habla de relación de pareja, de familia y de matrimonio de forma superficial y equívoca".
"Es el egoísmo: cuando yo no siento, termino el matrimonio y me olvido de aquella 'una sola carne' que no puede separarse".
El Papa advirtió además contra otra dificultad, la de "esta cultura del provisorio: parece que nada sea definitivo. Todo es provisorio. Como dije recientemente: pero el amor, hasta que dura. Una vez oí un seminarista – bueno, ¿eh? – que decía: 'Yo quiero ser sacerdote pero por diez años. Luego volveré a pensar'. Pero… ¡es la cultura de lo provisorio, y Jesús, no nos ha salvado provisoriamente: nos ha salvado definitivamente!".
El Santo Padre señaló que el Espíritu Santo ha suscitado respuestas ante estas nuevas exigencias, "y así se han multiplicado en la Iglesia los caminos para los novios, los cursos de preparación para el Matrimonio, los grupos de matrimonios jóvenes en las parroquias, los movimientos familiares... ¡Son una riqueza inmensa!".
"Son puntos de referencia para todos: para los jóvenes en busca, para las parejas en crisis, para los padres que tienen problemas con sus hijos y viceversa".
"¡La fantasía del Espíritu Santo es infinita, pero también es muy concreta! Entonces les quiero decir que no tengan miedo de dar pasos definitivos en la vida: no tener miedo de darlos".
El Papa Francisco recordó que muchas veces "he oído madres que me decían: 'Pero, Padre, yo tengo un hijo de 30 años y no se casa: ¡no sé qué cosa hacer! Tiene una bella novia, pero no se decide…' ¡Pero, señora, no le planche más las camisas! ¡Es así! No tener miedo de dar pasos definitivos, como el del matrimonio: profundicen su amor, respetando sus tiempos y expresiones, recen y prepárense, pero luego ¡confíen en que el Señor no los deja solos! Háganlo entrar en su hogar como uno de la familia, Él los sostendrá siempre".
"La familia es la vocación que Dios ha escrito en la naturaleza del hombre y de la mujer", dijo el Papa, pero indicó que "también hay otra vocación complementaria al matrimonio: el llamado al celibato y a la virginidad por el Reino de los Cielos".
"Es la vocación que el mismo Jesús vivió. ¿Cómo reconocerla? ¿Cómo seguirla? Es la tercera pregunta que me han presentado".
"Y yo les respondo con dos elementos esenciales, sobre cómo reconocer esta vocación al sacerdocio o a la vida consagrada. Primer elemento: orar y caminar en la Iglesia. Estas dos cosas van de la mano, se entrelazan".
Francisco señaló que "en el origen de toda vocación a la vida consagrada siempre hay una fuerte experiencia de Dios ¡una experiencia que no se olvida, se recuerda para toda la vida! Es aquella que tuvo Francisco, ¿no? Y esto no lo podemos ni calcular ni programar".
"¡Dios siempre nos sorprende! Es Dios el que llama; pero es importante tener una relación diaria con Él, escucharlo en silencio ante el Tabernáculo y dentro de nosotros mismos, hablarle, acercarse a los Sacramentos".
"Y me gustaría decir una cosa con fuerza, sobre todo hoy: ¡la virginidad por el Reino de Dios no es un 'no' es un 'sí'! Por supuesto, implica la renuncia a un vínculo conyugal y a una familia propia, pero la base es el 'sí' como respuesta al 'sí' total de Cristo hacia nosotros, y este 'sí' hace fecundos".
Usando la palabra "Evangelio", el Papa respondió a dos de las preguntas que le formularon los jóvenes, "una se refiere al compromiso social, en este período de crisis que amenaza la esperanza, y la otra se refiere la evangelización, llevar el mensaje de Jesús a los demás. Ustedes me preguntan: ¿qué podemos hacer? ¿Cuál puede ser nuestro aporte?".
"El Evangelio, queridos amigos, no concierne sólo a la religión, concierne al hombre, a todo el hombre y concierne al mundo, a la sociedad, a la civilización humana".
Francisco remarcó que "el Evangelio es el mensaje de salvación de Dios para la humanidad. ¡Pero cuando decimos 'mensaje de salvación', no es una forma de hablar, no son meras palabras o palabras vacías, como tantas que hay hoy en día!".
"¡La humanidad necesita realmente ser salvada!", exclamó el Papa, "¡Tenemos necesidad de salvación! ¿Salvación de qué? Del mal".
"El mal obra, hace su trabajo. Pero el mal no es invencible y el cristiano no se resigna ante el mal".
El Papa indicó que el secreto de los cristianos "es que Dios es más grande que el mal: ¡es verdad, Dios es más grande que el mal!".
El Evangelio, señaló, "tiene dos destinos que están enlazados: el primero, suscitar la fe, y ésta es la evangelización; el segundo, transformar el mundo según el designio de Dios".
Estos dos destinos "no son dos cosas separadas, son una sola misión: ¡llevar el Evangelio a través del testimonio de nuestras vidas transforma el mundo! Éste es el camino: llevar el Evangelio a través del testimonio de nuestra vida".
"Hoy, en nombre de San Francisco, les digo, no tengo ni oro, ni plata para darles, sino algo mucho más valioso, el Evangelio de Jesús, ¡vayan con coraje! Con el Evangelio en su corazón y en sus manos, sean testimonios de la fe con su vida: lleven a Cristo a sus hogares, anúncienlo entre sus amigos, acójanlo y sírvanlo en los pobres".
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