ROMA,
Este jueves 19 de septiembre, 16 revistas jesuitas en todo el mundo publicaron una extensa entrevista hecha en el mes de agosto al Papa Francisco por el Padre Antonio Spadaro, SJ, director de la revista La Civiltá Cattolica –una publicación jesuita que es revisada por la Secretaría de Estado del Vaticano– cuyo contenido ha sido manipulado por diversos medios de comunicación intentando presentar al Santo Padre como opuesto a la lucha pro-vida y pro-familia, concretamente en los temas del aborto y la homosexualidad.
En la entrevista publicada en español por la revista Razón y Fe, los dichos del Papa sobre estos temas aparecen bajo el subtítulo "¿Es la Iglesia un hospital de campaña?", en el que el Santo Padre explica que hoy lo importante es "curar heridas", acercándose a las personas con verdadera misericordia.
"En lugar de ser solamente una Iglesia que acoge y recibe, manteniendo sus puertas abiertas, busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente. El que abandonó la Iglesia a veces lo hizo por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor", dice el Papa en la entrevista con el Padre Spadaro.
Ante la pregunta sobre cómo debe ser la pastoral con los divorciados vueltos a casar o con los homosexuales, el Papa Francisco señala que "tenemos que anunciar el Evangelio en todas partes, predicando la buena noticia del Reino y curando, también con nuestra predicación, todo tipo de herida y cualquier enfermedad. En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos 'heridos sociales', porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso".
"Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir esto he dicho lo que dice el Catecismo. La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal".
El Papa recuerda luego que "una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: 'Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?'. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia. Cuando sucede así, el Espíritu Santo inspira al sacerdote la palabra oportuna".