23 de noviembre de 2024 Donar
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Sacerdotes deben ser servidores misericordiosos y no funcionarios, dice el Papa

Retomando su "Mensaje de Aparecida a los Presbíteros", esta mañana el Papa Francisco mantuvo un cordial encuentro en la Basílica de San Juan de Letrán, con los sacerdotes de la Ciudad Eterna, a quienes recordó que no deben ser funcionarios sino servidores misericordiosos, discípulos y misioneros.

Según señala Radio Vaticano, para este encuentro, el Santo Padre solicitó a los sacerdotes que el Vicario de la diócesis de Roma, Agostino Vallini, enviara a los sacerdotes el texto de una reflexión suya de 2008 para los sacerdotes de Buenos Aires, un año después de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y el Caribe de Aparecida.

El entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio iniciaba su reflexión -titulada "Mensaje de Aparecida a los Presbíteros"- explicando que la proponía como una guía de exposición de diversos aspectos sobre el tema "La concepción del presbítero que presenta Aparecida".

"El presbítero, su identidad, misión, pertenencia, comunión, con la imagen del Buen Pastor, como discípulos de Jesucristo, enamorados del Señor, fieles y ardorosos misioneros, servidores llenos de misericordia, pastores que cuidan y acompañan, acercándose y comprometiéndose con los pobres en todas las periferias de la existencia".

Tras destacar lo específico de los discípulos y misioneros, en la "espiritualidad sacerdotal en orden a la vida en Jesucristo para nuestros pueblos (vida desafiada en su identidad, en su cultura, en sus estructuras, en sus procesos de formación y vínculos cfr. 192-195; 197)", la reflexión resaltaba que "lo específico del presbítero está en tensión". En otras palabras, Aparecida renuncia a una descripción estática de la especificidad presbiteral. Esta existencia tensionada excluye cualquier concepción del presbiterado como "carrera eclesiástica" con sus pautas de progreso.

El Cardenal definía la identidad del sacerdote respecto a la comunidad con dos rasgos: un don, en contraposición a delegado o representante. En segundo lugar, la fidelidad en la invitación del Maestro contraponiéndola a la gestión. El entonces Purpurado recordaba que la iniciativa viene siempre de Dios: la unción del Espíritu Santo, la especial unión con Cristo cabeza, invitación a la imitación del Maestro.

El presbítero en la dimensión de elegido-enviado. El Arzobispo de Buenos Aires destacaba que "el presbítero pertenece al pueblo de Dios, del que fue sacado y al que es enviado y del que forma parte" y reiteraba la "con-vocación a la comunión en la Iglesia, ponía en guardia contra el aislamiento del yo, de quien no entra en esta pertenencia comunional. Pues una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta, en la que podamos vivir una experiencia permanente de discipulado y de comunión con los sucesores de los apóstoles y con el Papa".

Al hablar del celibato también el Documento de Aparecida se refiere a esta dimensión comunitaria en la base misma: "el celibato pide asumir con madurez la propia afectividad y sexualidad, viviéndolas con serenidad y alegría en un camino comunitario". ?El realizador de esta comunión y, por tanto, de esta pertenencia comunional del presbítero y de toda vocación al pueblo de Dios, "es el Espíritu Santo, quien impulsa y armoniza todo: él no nos cierra "en una intimidad cómoda, sino que nos convierte en personas generosas y creativas, felices en el anuncio y el servicio misionero".

Con la imagen del Buen Pastor, el Documento de Aparecida destaca que "la primera exigencia es ser auténtico discípulo de Jesucristo, enamorado del Señor, para ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración".

Ligado al tema del sacerdote ardoroso misionero, Aparecida invita a "la conversión pastoral" la cual "exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera", siendo dóciles al Espíritu Santo, recordaba el Cardenal Bergoglio, invitando con la Evangelii Nuntiandi, de Pablo VI a recobrar el valor y la audacia apostólica "no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el Reino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo".

Siendo siempre servidores llenos de misericordia, destacó luego el Arzobispo de Buenos Aires, señalando en lo que respecta a la opción por los pobres, que es "preferencial" la importancia de la fidelidad en la imitación del Maestro, siempre cercano, accesible, disponible para todos, deseoso de comunicar vida en cada rincón de la tierra".

Junto a este acercarse y comprometerse con los pobres en todas las periferias de la existencia, Aparecida señala la experiencia espiritual de la misericordia como necesaria en el presbítero, teniendo la conciencia de ser pecador, pero nunca corrupto señaló el Card. Bergolio.

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Y evocando luego a Benedicto XVI en su discurso inaugural de Aparecida, añadía que el presbítero, como discípulo, se "encuentra" con Jesucristo, da testimonio de que "no sigue a un personaje de la historia pasada, sino a Cristo vivo, presente en el hoy y el ahora de sus vidas".

El entonces Arzobispo de Buenos Aires reflexionaba sobre los desafíos al presbítero y reclamos del pueblo de Dios, que "nos quiere pastores de pueblo y no clérigos de Estado, funcionarios", alertando contra la "mundanidad espiritual".

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