VATICANO,
Retomando su "Mensaje de Aparecida a los Presbíteros", esta mañana el Papa Francisco mantuvo un cordial encuentro en la Basílica de San Juan de Letrán, con los sacerdotes de la Ciudad Eterna, a quienes recordó que no deben ser funcionarios sino servidores misericordiosos, discípulos y misioneros.
Según señala Radio Vaticano, para este encuentro, el Santo Padre solicitó a los sacerdotes que el Vicario de la diócesis de Roma, Agostino Vallini, enviara a los sacerdotes el texto de una reflexión suya de 2008 para los sacerdotes de Buenos Aires, un año después de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y el Caribe de Aparecida.
El entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio iniciaba su reflexión -titulada "Mensaje de Aparecida a los Presbíteros"- explicando que la proponía como una guía de exposición de diversos aspectos sobre el tema "La concepción del presbítero que presenta Aparecida".
"El presbítero, su identidad, misión, pertenencia, comunión, con la imagen del Buen Pastor, como discípulos de Jesucristo, enamorados del Señor, fieles y ardorosos misioneros, servidores llenos de misericordia, pastores que cuidan y acompañan, acercándose y comprometiéndose con los pobres en todas las periferias de la existencia".
Tras destacar lo específico de los discípulos y misioneros, en la "espiritualidad sacerdotal en orden a la vida en Jesucristo para nuestros pueblos (vida desafiada en su identidad, en su cultura, en sus estructuras, en sus procesos de formación y vínculos cfr. 192-195; 197)", la reflexión resaltaba que "lo específico del presbítero está en tensión". En otras palabras, Aparecida renuncia a una descripción estática de la especificidad presbiteral. Esta existencia tensionada excluye cualquier concepción del presbiterado como "carrera eclesiástica" con sus pautas de progreso.
El Cardenal definía la identidad del sacerdote respecto a la comunidad con dos rasgos: un don, en contraposición a delegado o representante. En segundo lugar, la fidelidad en la invitación del Maestro contraponiéndola a la gestión. El entonces Purpurado recordaba que la iniciativa viene siempre de Dios: la unción del Espíritu Santo, la especial unión con Cristo cabeza, invitación a la imitación del Maestro.