BUENOS AIRES,
"La fe en Cristo exige que los valores expuestos por el Evangelio sean rectores de la vida de cada auténtico creyente. Su contrapartida es la mortal indiferencia que se ha posesionado, en la actualidad, de personas e instituciones", afirmó el Arzobispo Emérito de Corrientes (Argentina), Mons. Domingo Salvador Castagna, en su sugerencia para la homilía dominical de este 25 de agosto..
A continuación el texto sugerido por el Prelado para la homilía de la Misa dominical en la que se leerá el pasaje de Lucas 13, 22 -30.
Entren por la puerta estrecha. Una persona que, sin pretenderlo, asume la representación de numerosos hombres y mujeres, expone ante Jesús su angustiante inquietud: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?" (Lucas 13, 23). No sé hasta qué punto la cultura contemporánea nos autoriza formular esta trascendente cuestión. El empeño en mantenerse en las afueras de la conciencia, sin valores que la iluminen, sin estímulos espirituales que produzcan un sano equilibrio existencial, constituye el estado letárgico de grandes sectores de la sociedad.
La respuesta de Jesús al angustiado interlocutor se reduce a una recomendación directa y descarnada: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán." (Ibídem v 24). Responder a esa dramática pregunta es de vital importancia. El sacudón causado por un ocasional infortunio pone a la persona frente a sí misma y, en el mejor de los casos, acude al auxilio ofrecido por la fe. El Evangelio ofrece la sustancia de una respuesta oportuna y acertada.
Dios da oportunidades. Mientras el letargo sea inconsciencia del grave peligro parece innecesario acudir a Dios. ¡Grave error! Mucha gente es sorprendida por una muerte repentina, sin tiempo para resolver la cuestión de fondo de su efímera existencia. De todos modos, Dios, que es justo, es también compasivo. A nadie niega la oportunidad de producir un viraje que cambie su orientación y arregle su situación existencial.
Es oportuno recordar la conversión "in extremis" del buen ladrón. Con ocasión del fallecimiento de una persona destacada pero alejada de la fe, me preguntaron si había orado por ella: - "Sí" – respondí al indiscreto preguntón - "y puedo repetirle la oración que por ella compuse"- : "Señor, te ruego que esta persona haya aprovechado la oportunidad que, sin ninguna duda, le has ofrecido en el último instante de su vida". Jesús no asusta a la gente con expresiones apocalípticas, pero, tampoco disimula - para quedar bien - la brevedad cronométrica de cada historia personal.