REDACCION CENTRAL,
Hoy la Iglesia celebra a San Juan Bautista María Vianney o Cura de Ars, por el nombre del pueblo en Francia donde sirvió durante 41 años. Fue un gran confesor, tenía el don de profecía, recibía ataques físicos del demonio, y vivió entregado a la mortificación y la oración. Es el patrón de los párrocos.
Su gran amor por la salvación de las almas lo llevaba a pasar cerca de 11 horas en el confesionario donde arrebata muchas almas al demonio que molesto lo atacó física y tangible por 35 años.
En febrero de 1818, recibió su traslado a Ars. El Vicario General le dijo: "no hay mucho amor en esa parroquia, tu le infundirás un poco". Cuando llegó por primera vez al lugar dijo una profecía, "la parroquia no será capaz de contener a las multitudes que vendrán hacia aquí".
Al ser un pueblo muy atraído por lo mundano cuando salía a orar por la pradera hablaba con los habitantes de las cosechas, el tiempo, sus familias, para ganarse la amistad. Se preocupaba por los pobres, tenía la virtud de la humildad.
Era desprendido de las cosas materiales, al punto que dormía en el suelo de su cuarto porque regaló la cama, comía papas y de vez en cuando un huevo hervido, siempre decía que "el demonio no le teme tanto a la disciplina y a las camisas de pelo; lo que realmente teme es a la reducción de comida, bebida y sueño".
Una vez el demonio hizo temblar su casa por 15 minutos, en otra ocasión quiso sacarlo de la Misa e incendió su cama pero el santo mandó a otras personas apagar el fuego y el no dejó el altar. Por horas hacía ruidos para no dejar dormir al santo, y hasta gritaba debajo de la ventana del santo: "Vianney, Vianney comepapas".