BUENOS AIRES,
El Obispo de Gualeguaychú (Argentina), Monseñor Jorge Lozano, dijo que "nunca el atropello y la violencia pueden ser naturalizados", al recordar que se cumplió un nuevo aniversario del asesinato de los sacerdotes y seminaristas palotinos en la parroquia porteña de San Patricio.
El Prelado hizo suyas palabras pronunciadas en ese templo en 2001 por el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, ahora Papa Francisco: "Ser testigo de Cristo, ser testigo del Evangelio, es comenzar un camino que uno nunca sabe dónde va a terminar. Un camino que es muy claro: no vivir para sí. Lo acabamos de escuchar en Pablo: 'nadie vive para sí' de los que quieren seguir a Cristo. Ese camino se proyecta hasta el final. Nadie muere para sí".
"Cuando uno muere no para sí entonces germina, crece y da fruto; se hace un grano de trigo caído en tierra. Esta parroquia ha sido ungida por el testimonio de quienes 'juntos vivieron y juntos murieron'. Por el testimonio de aquellos que quisieron no vivir para sí, quisieron ser grano de trigo y murieron para que otros tuvieran vida".
El Obispo de Gualeguaychú recordó al asesinado de un sacerdote franciscano en Siria, el P. Francisco Murad, y señaló que "el Papa está muy preocupado por la violencia allí y en el mundo entero. Hay tantas muertes que evocar de quienes son constructores de paz, semillas del Reino que darán fruto a su debido tiempo", por lo que pidió que "recemos especialmente por ellos".
"No puedo dejar de recordar lo que es aún en muchos lugares del mundo la situación de discriminación racial que instalan los imperialismos de ocupación colonial. La violencia y la persecución religiosa. Las agresiones que sufren los cristianos en tantos países del planeta. Deberían avergonzarnos tantos siglos de discriminación y malos tratos. ¡Qué signo de una sociedad maleducada! ¡Qué expresión de barbarie!", exclamó.
Afirmó que "los atropellos a la dignidad humana no sólo se dan en tierras lejanas. Entre nosotros también somos testigos de la esclavitud a que son sometidos niños, niñas, adolescentes, jóvenes, para la explotación laboral o sexual. Los prostíbulos -a veces encubiertos con eufemismos ante la mirada cómplice de estructuras del Estado en algunas provincias- son una muestra de cómo estamos muy cerca del mal. El modo en que amplían su poder las mafias de la droga, también es signo de corrupción e impunidad".