VATICANO,
Al celebrar hoy la Misa conclusiva a la Jornada de seminaristas, novicios y novicias, el Papa Francisco les exhortó a que "sean siempre hombres y mujeres de oración", pues "sin la relación constante con Dios la misión se convierte en función".
"¿Trabajas como sacerdote, trabajas como religiosa? No. No es un oficio, es otra cosa", aseguró el Papa, al tiempo que advirtió sobre "el riesgo del activismo, de confiar demasiado en las estructuras", que "está siempre al acecho".
El Santo Padre indicó que "si miramos a Jesús, vemos que la víspera de cada decisión y acontecimiento importante, se recogía en oración intensa y prolongada".
"Cultivemos la dimensión contemplativa, incluso en la vorágine de los compromisos más urgentes y acuciantes. Cuanto más les llame la misión a ir a las periferias existenciales, más unido ha de estar su corazón a Cristo, lleno de misericordia y de amor".
"¡Aquí reside el secreto de la fecundidad pastoral, de la fecundidad de un discípulo del Señor!", aseguró.
Francisco señaló que los seminaristas, novicios y novicias, "jóvenes en el camino vocacional" de todo el mundo, "¡representan a la juventud de la Iglesia!".
"Si la Iglesia es la Esposa de Cristo, en cierto sentido ustedes constituyen el momento del noviazgo, la primavera de la vocación, la estación del descubrimiento, de la prueba, de la formación. Y es una etapa muy bonita, en la que se ponen las bases para el futuro".
El Santo Padre señaló que "hoy la palabra de Dios nos habla de la misión. ¿De dónde nace la misión? La respuesta es sencilla: nace de una llamada que nos hace el Señor, y quien es llamado por Él lo es para ser enviado. ¿Cuál debe ser el estilo del enviado? ¿Cuáles son los puntos de referencia de la misión cristiana? Las lecturas que hemos escuchado nos sugieren tres: la alegría de la consolación, la cruz y la oración".
Al reflexionar sobre "el primer elemento: la alegría de la consolación", el Papa señaló que "todo cristiano, sobre todo nosotros, estamos llamados a ser portadores de este mensaje de esperanza que da serenidad y alegría: la consolación de Dios, su ternura para con todos".
"Pero sólo podremos ser portadores si nosotros experimentamos antes la alegría de ser consolados por Él, de ser amados por Él. ¡Esto es importante para que nuestra misión sea fecunda: sentir la consolación de Dios y transmitirla!".
El Papa señaló que él ha conocido "a personas consagradas que tienen miedo de la consolación de Dios, y pobres, pobres, se atormentan, porque tienen miedo de esta ternura de Dios. Pero no tengan miedo. No tengan miedo, el Señor es el Señor de la consolación, el Señor de la ternura".
"El Señor es Padre y Él dice que hará con nosotros como una mamá con su niño, con su ternura. No tengan miedo de la consolación del Señor".
"Ésta es la misión. La gente de hoy tiene necesidad ciertamente de palabras, pero sobre todo tiene necesidad de que demos testimonio de la misericordia, la ternura del Señor, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien. ¡La alegría de llevar la consolación de Dios!".
A continuación, el Santo Padre meditó sobre la Cruz de Cristo, y aseguró que "¡el misterio pascual es el corazón palpitante de la misión de la Iglesia! Y si permanecemos dentro de este misterio, estamos a salvo tanto de una visión mundana y triunfalista de la misión, como del desánimo que puede nacer ante las pruebas y los fracasos".
"La fecundidad pastoral, la fecundidad del anuncio del Evangelio no procede ni del éxito ni del fracaso según los criterios de valoración humana, sino de conformarse con la lógica de la Cruz de Jesús, que es la lógica del salir de sí mismos y darse, la lógica del amor. Es la Cruz – siempre la Cruz con Cristo –, la que garantiza la fecundidad de nuestra misión. Y desde la Cruz, acto supremo de misericordia y de amor, renacemos como 'criatura nueva'".
Al abordar el tercer punto, la oración, el Papa Francisco remarcó que "los obreros para la mies no son elegidos mediante campañas publicitarias o llamadas al servicio de la generosidad, sino que son 'elegidos' y 'mandados' por Dios. Es Él quien elige, es Él quien manda, es Él quien envía, es Él quien da la misión".
"Por eso es importante la oración. La Iglesia, nos ha repetido Benedicto XVI, no es nuestra, sino de Dios; y cuántas veces nosotros los consagrad pensamos que es nuestra ¿eh? Hacemos lo que se nos ocurre... Pero no es nuestra, es de Dios, el campo a cultivar es suyo".
"Así pues, la misión es sobre todo gracia", señaló el Santo Padre, "y si el apóstol es fruto de la oración, encontrará en ella la luz y la fuerza para su acción. En efecto, nuestra misión pierde su fecundidad, e incluso se apaga, en el mismo momento en que se interrumpe la conexión con la fuente, con el Señor".
El Papa advirtió que "la difusión del Evangelio no está asegurada ni por el número de personas, ni por el prestigio de la institución, ni por la cantidad de recursos disponibles. Lo que cuenta es estar imbuidos del amor de Cristo, dejarse conducir por el Espíritu Santo, e injertar la propia vida en el árbol de la vida, que es la Cruz del Señor".
"Queridos amigos y amigas, con gran confianza les pongo bajo la intercesión de María Santísima. Ella es la Madre que nos ayuda a tomar las decisiones definitivas con libertad, sin miedo".
"Que Ella los ayude a dar testimonio de la alegría de la consolación de Dios, sin tener miedo de la alegría, que Ella los ayude a conformarse con la lógica de amor de la Cruz, a crecer en una unión cada vez más intensa con el Señor en la oración. ¡Así su vida será rica y fecunda!", concluyó.
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