VATICANO,
Cada uno de nosotros vive con pequeñas o grandes idolatrías, pero el camino que nos lleva a Dios pasa por un amor que es exclusivo a Él, como Jesús nos lo enseñó. Lo afirmó así este jueves el Papa Francisco en la misa matutina de la Casa Santa Marta.
Cuando el escriba se acercó a Jesús para preguntarle lo que, según él, es "el primero de todos los mandamientos" es probable que su intención no fuera tan inocente. Es así como el papa Francisco inicia la homilía evaluando el comportamiento del hombre que, en la narración evangélica de la liturgia de hoy, se dirige a Cristo dando la impresión de "ponerlo a prueba", si no es de "hacerlo caer en la trampa".
Y cuando -a la cita bíblica de Jesús: "Escucha, oh Israel. El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno"-, el escriba responde aprobando, el Papa llama la atención sobre el comentario de Cristo: "No estás lejos del reino de Dios".
En esencia, dice Francisco, con el "no estás lejos", Jesús quería decirle al escriba: "Sabes muy bien la teoría", pero "todavía te falta una distancia hacia el Reino de Dios", es decir, debes caminar para transformar en "realidad este mandamiento ", ya que "la confesión de Dios" se hace en el "camino de la vida".
Añadió el santo padre que "no basta decir: 'Pero yo creo en Dios, Dios es el único Dios'. Está bien, pero ¿cómo vives este camino de vida? Porque podemos decir: 'El Señor es el único Dios, solamente, no hay otro', pero a la vez vivir como si Él no fuera el único Dios y tener otras deidades a nuestra disposición. Es el peligro de la idolatría: la idolatría que llega a nosotros con el espíritu del mundo. Y Jesús, en esto, era claro: el espíritu del mundo, no. Y en la última Cena Jesús pide al Padre que nos defienda del espíritu del mundo, porque el espíritu del mundo nos lleva a la idolatría".
"La idolatría es sutil", todos nosotros "tenemos nuestros ídolos ocultos" y "el camino de la vida para llegar, para no estar lejos del Reino de Dios", implica "descubrir los ídolos ocultos". Un comportamiento que ya se encuentra en la Biblia -recuerda-, se lee en el episodio en el que Raquel, mujer de Jacob, finge no tener consigo ídolos, los cuales ha llevado de la casa de su padre y los ha escondido detrás de su caballo.