ROMA,
Las autoridades de la Legión de Cristo y del Regnum Christi, el movimiento laico de la congregación, enviaron una carta a todos sus miembros en la que llaman al inicio de una etapa de penitencia y oración en vistas al Capítulo General de 2014, cuyo fruto principal deben ser las nuevas Constituciones.
La carta con fecha 28 de mayo, aparece un día después de que el Delegado Pontificio para la Legión de Cristo, el Cardenal italiano Velasio De Paolis, fuera recibido el lunes 27 por el Papa Francisco. Si bien no se ha informado sobre lo tratado en la reunión, es la primera vez en su pontificado que el Santo Padre recibe un informe sobre el proceso seguido al interior de la congregación.
Luego de conocerse la doble vida moral del fundador de la congregación de la Legión de Cristo, P. Marcial Maciel, la Santa Sede determinó una visita apostólica (investigación) llevada a cabo por cinco obispos. Completada la visita, Benedicto XVI nombró al Cardenal de Paolis como Delegado Pontificio. Una de sus principales tareas es la revisión de las Constituciones de la Legión.
La carta del 28 de mayo está firmada por el Padre Sylvester Heereman, actualmente en funciones de director general de la Legión de Cristo y del Regnum Christi, Gloria Rodríguez, responsable general de las consagradas del Movimiento, y Jorge López, encargado general de los consagrados del Regnum Christi.
En la misiva se señala que "la vida deja en nuestros corazones heridas que Dios va curando, pero que llevaremos siempre con nosotros hasta llegar a Él, de modo semejante a las llagas de la Pasión, que Cristo quiso llevar siempre en su cuerpo, también después de la resurrección, para acompañar las nuestras y que nos invitan a poner nuestra confianza en su misericordia. A nosotros nos toca, de alguna manera, llevar las llagas de un pasado doloroso como institución, ante todo el sentimiento de una paternidad herida y el dolor por los errores humanos que se han dado y que nos han hecho sufrir".
La carta dice además que "en cada uno el proceso de curación ha sido y es profundamente personal. Para muchos de nosotros esta situación ha desembocado en un nuevo encuentro con el Señor de nuestra vida y de nuestra vocación. Este toque de la gracia es motivo de honda gratitud para con Dios. Otros, en cambio, han experimentado nuevos pesares. Y así notamos que, al menos en una cierta medida, se ha perdido frescura en nuestra vocación, hemos podido seguir causándonos heridas unos a otros y ha decaído la estima y la confianza mutua, tan necesarias para una vida de familia".