VATICANO,
En medio de la lluvia que no impidió que saludara, como siempre hacer, a todos los asistentes a la audiencai general este miércoles en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco recordó que la Iglesia es la que nos lleva a Cristo, a Dios; ante quienes afirman "Cristo sí, Iglesia no" o ante quienes dicen no creer en los sacerdotes.
Inaugurando un nuevo ciclo de catequesis sobre la Iglesia, a la luz del Concilio Vaticano II, el Papa explicó que la Iglesia es la familia de Dios, cuyo proyecto es hacer "de todos nosotros una única familia de sus hijos, en los que cada uno se sienta cerca y amado por Él" como en la parábola del Hijo pródigo o del Padre misericordioso.
"¿Cuándo se manifiesta la Iglesia? Lo hemos celebrado hace dos domingos; se manifiesta cuando el don del Espíritu Santo, llena el corazón de los Apóstoles y los empuja a salir y a empezar el camino para anunciar el Evangelio, difundir el amor de Dios. Incluso hoy alguien dice: 'Cristo sí, Iglesia no'. Aquellos que dicen: 'Yo creo en Dios pero no en los sacerdotes', ¡eh! Se dice así: 'Cristo sí, Iglesia no'. Pero es precisamente la Iglesia la que nos lleva a Cristo y nos dirige a Dios: la Iglesia es la gran familia de los hijos de Dios".
El Papa dijo además que "la Iglesia nace de la voluntad de Dios de llamar a todos los hombres a la comunión con Él, a su amistad, es más a participar como sus hijos en su misma vida divina. La misma palabra 'Iglesia', del griego ekklesia, significa 'convocatoria': Dios nos convoca, nos invita a salir del individualismo, de la tendencia a encerrarse en sí mismos y nos llama a ser parte de su familia.
Y esta llamada tiene su origen en la creación misma. Dios nos creó para que vivamos en una relación de profunda amistad con él, e incluso cuando el pecado rompe esta relación con Él, con los demás y con la creación, Dios no nos abandona".
"Toda la historia de la salvación es la historia de Dios que busca al hombre, le ofrece su amor, lo acoge. Llamó a Abraham para ser el padre de una multitud; eligió al pueblo de Israel para forjar una alianza que abrazara a todas las naciones; y envió, en la plenitud de los tiempos, a su Hijo para que su designio de amor y de salvación se realizara en una nueva y eterna alianza con la humanidad entera".