VATICANO,
El Papa Francisco visitó ayer por la tarde la Casa Dono di María en Roma, confiada a las hermanas misioneras de la Caridad, fundadas por la Beata Madre Teresa de Calcuta, y explicó en su discurso que amar a Dios y al prójimo es ver en cada persona el rostro de Jesús para servirlo.
En el lugar, que celebra 25 años de fundación desde que el Beato Juan Pablo II se lo diera a las hermanas de la Caridad, el Papa dijo a las religiosas que "con vuestro servicio cotidiano son la mano de Dios que sacia el hambre de todo viviente".
La Casa alberga a 25 mujeres y da de comer a 60 hombres. "Ustedes -dijo el Papa a las hermanas- hacen visible el amor de la Iglesia por los pobres". "En estos años, cuántas veces se han acercado a quien tiene necesidad, como el buen samaritano", "¡cuántas heridas, especialmente espirituales, han sanado!"
En un clima de alegría con cantos y con una guirnalda sobre el cuello, al estilo de la India en donde se fundó la congregación, el Papa saludó uno a uno a los presentes, comenzando por quienes son atendidos allí. Esto es algo "entre beatos" y la "santidad que pasa", dijo el Pontífice en relación a la inauguración hecha por Juan Pablo II y la Madre Teresa.
El Santo Padre dijo a los huéspedes que si bien ellos reciben atención en la Casa, "ustedes también son un don para esta casa y para la Iglesia. Ustedes nos dicen que amar a Dios y al prójimo no es algo abstracto, sino profundamente concreto: quiere decir ver en toda persona el rostro del Señor a quien se debe servir y servirlo concretamente. Y ustedes son, queridos hermanos y hermanas, el rostro de Jesús".
"Ustedes dan la posibilidad, a cuantos operan en este lugar, de servir a Jesús en quien está en dificultad, en quien necesita ayuda", añadió el Papa.