REDACCION CENTRAL,
Al cumplirse 25 años de la segunda visita del Beato Juan Pablo II al Perú, el entonces Maestro de Ceremonias y joven sacerdote, Mons. José Antonio Eguren, ahora Arzobispo de Piura y Tumbes (norte del Perú) recordó que el mensaje del Papa Peregrino se centró en el amor a la Eucaristía, la piedad filial a María y el llamado a la santidad.
Juan Pablo II visitó por segunda vez el Perú del 14 al 16 de mayo de 1988 con ocasión del Congreso Eucarístico Mariano de los países bolivarianos. La primera visita de Juan Pablo II al Perú fue del 1 al 5 de febrero de 1985.
Mons. Eguren, que entonces era un joven sacerdote de 32 años, fue designado maestro de ceremonias para los eventos litúrgicos. El Prelado compartió con ACI Prensa que la visita del Papa polaco "fue un gran acontecimiento porque fuimos visitados por un Beato que se encamina a los altares".
"Es un acontecimiento que todos los peruanos tenemos que atesorar en el corazón y por el cual dar gracias a Dios porque un santo nos visitó y nos dejó un mensaje que sigue muy actual y muy vigente y una tarea pendiente a todos los peruanos, resumida en aquella frase que nos dijo: Construid un Perú más justo y más reconciliado".
Luego de agradecer a Dios por la bendición de haber compartido esos días con Juan Pablo II, el Arzobispo dijo sobre el Papa que "pude constatar su profunda piedad filial, su profundo amor a la Virgen Santísima, cuando colocó en las manos de Nuestra Señora de la Evangelización, Patrona de la Arquidiócesis de Lima la primera imagen de María, que llegó a nuestras tierra regalada por Carlos V de España, cuando puso en las manos de la Virgen la rosa de oro y le consagró nuevamente al Perú".
"Lo segundo que me impresionó muchísimo del Papa fue su amor a la Eucaristía, su amor eucarístico. Recuerdo el recogimiento profundo que tenía en la celebración de la Misa y también recuerdo con profunda emoción el largo tiempo antes de salir a celebrar la Misa recogido en oración de rodillas delante del Santísimo en la Capilla privada que habíamos preparado y el largo tiempo después de la Misa que se tomó el Papa para hacer una acción de gracias una vez que la Eucaristía había terminado".