VATICANO,
La visita de Tawadros II, líder de la Iglesia Copta Ortodoxa de Egipto, "fortalece los lazos de amistad y hermandad que unen ya a la Sede de Pedro y a la Sede de Marcos, heredera de un legado invaluable de mártires, teólogos, santos, monjes y fieles discípulos de Cristo, que por generaciones han dado testimonio del Evangelio, a menudo en situaciones muy difíciles", ha dicho el Papa Francisco al recibirlo esta mañana en el Vaticano.
El Pontífice ha recordado el memorable encuentro que tuvo lugar hace cuarenta años entre los predecesores de ambos, el Papa Pablo VI y el Papa Shenouda III, que unió a uno y otro "en un abrazo de paz y fraternidad después de siglos de alejamiento recíproco".
La Declaración Conjunta firmada entonces por los dos Papas representó "una piedra angular en el camino ecuménico" y gracias a ella se instituyó una comisión de diálogo teológico entre ambas Iglesias, que dio a buenos resultados y preparó el terreno para el diálogo más amplio entre la Iglesia Católica y toda la familia de las Iglesias ortodoxas orientales, que continúa hasta nuestros días.
El Papa Francisco dijo que "en esa declaración solemne nuestras Iglesias reconocían que confesaban, en línea con las tradiciones apostólicas, "una única fe en Dios uno y trino" y la "divinidad del Único Hijo encarnado de Dios... Dios perfecto con respecto a la Su divinidad y perfecto hombre con respecto a su humanidad ". Reconocieron que la vida divina se nos da y se alimenta a través de los siete sacramentos, y se sintieron unidas en la veneración común de la Madre de Dios".
El Santo Padre ha manifestado su alegría porque una y otra Iglesia se reconocen "unidas por un sólo bautismo, del que es expresión particular nuestra oración común, que anhela el día en que se cumpla el deseo del Señor, de poder comulgar en un único cáliz".
Consciente de que el camino por recorrer es todavía largo, el Papa recordó algunos de los hitos de esa senda como el encuentro en febrero de 2000 en El Cairo del Papa Shenouda con el beato Juan Pablo II, durante su peregrinaje a los lugares orígenes de la fe y ha manifestado su convicción de que "con la guía del Espíritu Santo, la oración perseverante y la voluntad de construir día tras día la comunión en el amor mutuo" se darán pasos importantes hacia la plena unidad".