LIMA,
Cuando un hijo decide consagrar su vida a Dios, se genera en los padres una mezcla de sensaciones a veces indescriptibles, los cuales son vividos sólo una vez; pero para el matrimonio argentino Reneé y Juan Carlos León, esa vivencia se dio en cuatro ocasiones, cuando todos sus hijos varones decidieron responder al llamado del Señor.
ACI Prensa conversó con el tercero de los cinco hermanos –la única mujer vive en Uruguay-, quien contó el camino de amor y servicio a Dios emprendido por él y sus otros tres hermanos varones, uno de ellos sacerdotes y los otros dos hermanos consagrados.
El sacerdote diocesano, P. Ricardo Daniel León Luccioni (57) recordó que para sus padres la reacción frente a cada anuncio fue de aceptación. Su padre, quien falleció hace diez años "fue siempre un hombre para el cual el valor de la propia determinación y la libertad era muy importante, en cuanto a mi madre le costó más pero al final su actitud fue de estimular y favorecer el camino" que sus hijos habían decidido andar.
El primero en sentir el llamado fue Juan Carlos (61), el hermano mayor, que a los 11 años ingresó a la Congregación de los Hermanos de la Sagrada Familia. "Recuerdo que con gran expectativa esperaba su visita en vacaciones, y cuando lo veía, notaba que la vocación era algo valioso, pero no lo veía como algo para mí", recordó el sacerdote, que solía acompañar a su hermano a las misiones.
Cuando "tenía 17 años, sentí fuertemente en mi corazón el llamado a la vocación religiosa al sostener continuos debates en defensa de la fe con mi profesor de filosofía que era ateo, pero por temor a lo que sentía, ingresé a estudiar medicina de la Universidad de Buenos Aires", relató el sacerdote.
En los años 70s la situación social en Argentina tenía a los universitarios politizados, el P. León decidió junto a sus amigos ejercer una militancia pastoral y empezaron una catequesis con niños en una villa pobre en la periferia de la capital.