LONDRES,
La joven inglesa Katyia Rowe rechazó en varias oportunidades el pedido de aborto por parte de los médicos para su bebé, Lucian Haydes, que iba a nacer con daños cerebrales que le impedirían hablar y caminar y al que le habían diagnosticado una corta vida. Cuando en un ultrasonido (ecografía) 3D lo vio reír y jugar dijo que "yo sabía que no podría terminar con su vida".
"Si él podía sonreír, jugar y sentir entonces a pesar de sus daños cerebrales, él merecía disfrutar el tiempo de vida que tenga, no importa lo corta que sea, sólo porque su vida será corta y diferente, no significa que no merezca vivirla", relató la joven madre de 26 años al Daily Mail el 14 de enero.
El niño falleció nueve horas después de haber nacido. Durante el tiempo que vivió recibió todo el amor y cuidados de su madre, sus tíos y abuelos. La joven recuerda que "fue sin duda el momento más feliz de mi vida. Lucian podría morir en cualquier momento en mi vientre pero nació para conocernos".
Cuando Katyia y su pareja Shane Johnson, también de 26 años de edad, recibieron la noticia del embarazo estaban asustados pero emocionados. Incluso planearon su boda para cuando Lucian pudiera caminar y los acompañara hacia el altar.
Los planes se desvanecieron tras un chequeo médico realizado a las 20 semanas de embarazo. En esa oportunidad los doctores advierten a la pareja que el bebé presentaba daños cerebrales y les solicitaron someterse a un aborto a las 24 semanas. Katyia rechazó de plano el pedido y pidió se le hicieran otros exámenes para conocer al detalle la gravedad del problema.
Expertos del hospital pediátrico Birmingham confirmaron que el pequeño nunca hablaría ni podría caminar y necesitaría cuidados especiales siempre. Katyia no se amilanó y siguió adelante con el embarazo, haciéndose los ultrasonidos en donde podía ver al niño sonreír, hacer burbujas, patear y mover sus brazos.