ROMA,
La pequeña comunidad cristiana en la provincia de Quetta en Pakistán vive en medio de la consternación, el miedo y la tristeza luego que 3 de sus miembros fallecieran ayer en la ola de atentados ocurridos en esa localidad que dejó como saldo final más de 100 muertos y 155 heridos.
Según señala el grupo terrorista Lashkar-e-Jhangvi, el objetivo de los atentados eran las comunidades de chiítas y el grupo étnico de los hazara.
El Pro-Vicario Apostólico de Quetta, Padre Inayat Gill, señaló a la agencia Fides que los cristianos que murieron se encontraban cerca de los lugares de las explosiones. Entre los heridos también hay varios fieles.
Dos de los muertos eran católicos y este viernes 11 de enero el Padre Maqsoood Nazir, de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada (OMI) y Párroco de la Iglesia del Sagrado Corazón en el centro de la ciudad, celebra las exequias. Inmediatamente después de las explosiones, el párroco se ha dirigido al lugar para ayudar y se está ocupando personalmente de seis heridos.
El Padre Gill dijo a Fides que "la situación es tensa, es difícil dar explicaciones en estos trágicos acontecimientos. Las razones son muchas: el odio sectario y étnico, pero no sólo. Existe la mafia para apoderarse de la tierra, existen reivindicaciones políticas: lo cierto es que muchos civiles inocentes mueren".
"Como cristianos –añade– somos una pequeña minoría, vivimos en peligro, al igual que otros ciudadanos musulmanes, compartiendo su suerte y su dolor. A lo largo de la provincia de Quetta hay unos 70 mil cristianos, incluidos los 35 mil católicos. Somos una comunidad muy vulnerable y la más pobre. Tenemos que ser muy prudentes".