VATICANO,
El Papa Benedicto XVI alentó a los fieles católicos de todo el mundo a recuperar el asombro ante el misterio de la Encarnación que ilumina la vida y explicó que Dios asumió la condición humana para curar "todo lo que nos separa de Él".
En su catequesis semanal ante miles de fieles presentes en el Aula Pablo VI, el Santo Padre dijo que "en este tiempo de Navidad, nos detenemos de nuevo en el gran misterio de Dios que bajó de su Cielo para entrar en nuestra carne. En Jesús, Dios se encarnó, se hizo hombre como nosotros, y así nos abrió el camino hacia su Cielo, hacia la comunión plena con Él".
"Dios tomó la condición humana para curar de todo lo que nos separa de Él, por lo que podemos llamar, en su Hijo unigénito, con el nombre de ‘Abba, Padre’ y ser verdaderamente sus hijos".
El Santo Padre resaltó que "es importante, entonces, recuperar el asombro ante el misterio, dejarse envolver por la magnitud de este acontecimiento: Dios ha recorrido como un hombre nuestros caminos, entrando en el tiempo del hombre, para comunicarnos su propia vida. Y no lo hizo con el esplendor de un soberano, que con su poder somete al mundo, sino con la humildad de un niño".
El Papa dijo luego que cuando en el Evangelio de San Juan se dice que "La Palabra se hizo carne", esta última palabra, según la costumbre judía, "se refiere a la persona integralmente, en su totalidad, a su aspecto de caducidad y temporalidad, su pobreza y su contingencia. Y ello para decirnos que la salvación traída por el Dios hecho carne en Jesús de Nazaret, abraza al hombre en su realidad concreta y en cualquier situación en la que se encuentre".
Benedicto XVI afirmó luego que la expresión "el Verbo se hizo carne" es "una de esas verdades a las que nos hemos acostumbrado tanto, que ya casi no nos impacta la magnitud del evento que expresa. Y de hecho, en este tiempo de Navidad, en el que esta expresión se repite a menudo en la liturgia, a veces se da mayor atención a los aspectos exteriores, a los ‘colores’ de la fiesta, en lugar de estar atentos al corazón de la gran novedad cristiana que celebramos: algo absolutamente impensable, que sólo Dios podía obrar y en la que sólo se puede entrar con la fe".