VATICANO,
El Papa Benedicto XVI hizo una especial exhortación a los católicos para proclamar el nombre y el Evangelio de Cristo, haciéndolo resonar "con claridad y audacia" en "todos los rincones de América".
El Santo Padre hizo esta exhortación ayer domingo en su discurso en la Basílica de San Pedro a los participantes del congreso internacional titulado "Tras las huellas de la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in America, bajo la guía de Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de toda América, Estrella de la Nueva Evangelización".
A los asistentes al evento organizado por la Pontificia Comisión para América Latina y los Caballeros de Colón, el Papa dijo que "el amor de Cristo nos urge a dedicarnos sin reservas a proclamar su Nombre en todos los rincones de América, llevándolo con libertad y entusiasmo a los corazones de todos sus habitantes. No hay labor más apremiante ni benéfica que ésta. No hay servicio más grande que podamos prestar a nuestros hermanos. Ellos tienen sed de Dios".
Recordando la exhortación apostólica postsinodal de Juan Pablo II, Ecclesia in America, Benedicto XVI recordó que el Papa peregrino "tuvo la clarividente intuición de incrementar las relaciones de cooperación entre las Iglesias particulares de toda América, del Norte, del Centro y del Sur, y, a la vez, suscitar una mayor solidaridad entre sus naciones. Hoy dichos propósitos merecen ser retomados con vistas a que el mensaje redentor de Cristo se ponga en práctica con mayor ahínco y produzca abundantes frutos de santidad y renovación eclesial".
"El tema que guió las reflexiones de aquella asamblea sinodal puede servir también de inspiración para los trabajos de estos días: ‘El encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América’. En efecto, el amor al Señor Jesús y la potencia de su gracia han de arraigar cada vez más intensamente en el corazón de las personas, las familias y las comunidades cristianas de vuestras naciones, para que en éstas se avance con dinamismo por las sendas de la concordia y el justo progreso".
Por eso, continuó el Santo Padre, "es un regalo de la Providencia que vuestro Congreso tenga lugar poco después de comenzar el Año de la fe y tras la Asamblea general del Sínodo de los Obispos dedicada a la nueva evangelización, pues vuestras deliberaciones contribuirán valiosamente a la ardua e imperiosa tarea de hacer resonar con claridad y audacia el Evangelio de Cristo".