El Arzobispo Emérito de Saint Paul y Minneapolis (Estados Unidos), Mons. Harry Flynn, expresó su aprecio por los religiosos y religiosas y su trabajo realizado en el país, y recordó el impacto que tuvo en su vida la caridad con la que lo trataron cuando, en su niñez, quedó huérfano.
En un texto publicado en el blog de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), titulado “Arzobispo Flynn: de huérfano a Obispo”, el Prelado expresó que tiene “un cariño especial por todos los religiosos porque aprecio profundamente los sacrificios que han hecho para servir al pueblo de Dios en nuestro país”.
Mons. Flynn exhortó a todos los fieles a colaborar con la colecta anual para religiosos retirados, que se realizará el 8 y 9 de diciembre en todo Estados Unidos y se preguntó “¿dónde estaría la Iglesia en Estados Unidos sin los religiosos?”.
“Mi padre murió cuando tenía seis años”, recordó el Arzobispo Emérito. Pocos años después, mientras “mis hermanos mayores estaban lejos, en el servicio militar, en setiembre de 1945”, falleció su madre.
Mons. Flynn recordó que “estaba sólo en casa con mi madre viuda. En el día después del Día del Trabajo me desperté para comenzar mi séptimo grado en la Escuela St. Columba, en Schenectady, Nueva York. Esa mañana es muy clara en mi memoria. Encontré a mi madre muerta”.
“Lo que se suponía que iba a ser el día del comienzo del séptimo grado fue el día en el que se hicieron las preparaciones para el funeral de mi madre”, señaló.
El Prelado indicó que nunca olvidará “la dolorosa experiencia”, pero recordó que al volver a la escuela el lunes siguiente, encontró a una “Hermana de San José, la hermana William Edmund. Su nombre de familia era Mary Rose Eagan”.
“Ella me recibió afectuosamente y me guió durante el séptimo grado. A menudo me pregunto cómo habría hecho sin su tierno cuidado”, dijo.
Mons. Flynn aseguró que ella “estaba y está en mi memoria de gratitud hasta este día”.
En la escuela secundaria, el Prelado conoció el apoyo de la directora de la escuela, la Madre Maris Stella, que también ejercía de superiora de un convento con 16 religiosas.
Ella dedicó tiempo y dedicación a ayudarle a estudiar para obtener un Diploma del New York State Regent.
“Ella era sobresaliente en su generosidad y pienso en esa generosidad hasta hoy”, indicó el Arzobispo Emérito.
Mons. Flynn señaló que “he observado a la Iglesia en Estados Unidos. Es una Iglesia saludable. Nuestra Iglesia tiene 77 millones de personas. He pensado una y otra vez frecuentemente, en dónde estaría la Iglesia si no fuera por las mujeres religiosas y los hombres religiosos”.
El Prelado recordó el trabajo de religiosos y religiosas que enseñaron en escuelas en todo Estados Unidos, hicieron labor pastoral en hospitales y trabajos de caridad.
“Ahora tenemos la oportunidad de ayudarles en sus necesidades”, señaló y recordó que “ellos trabajaron por pequeños estipendios y cualquier otro ingreso adicional era reinvertido en los ministerios de la comunidad”.
“Como resultado, ellos necesitan de nuestra ayuda ahora, la necesitan mucho. Es mi esperanza y mi oración que los católicos estadounidenses muestren su gratitud a estos valientes religiosos siendo generosos en esta gran colecta”, concluyó.
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