VATICANO,
El Papa Benedicto XVI señaló hoy que es bello ser anciano y por lo tanto en sus rostros no debe estar nunca la tristeza, ya que son una riqueza para la sociedad y una escuela de vida para las jóvenes generaciones.
En su discurso a los que habitan y sirven como voluntarios en la casa "Vivan los ancianos" de la comunidad de San Egidio en Roma, el Santo Padre resaltó que "los ancianos son un valor para la sociedad, sobre todo para los jóvenes".
"No podemos tener un verdadero crecimiento humano y una educación sin el contacto fecundo con los ancianos, porque su misma existencia es como un libro abierto en el cual las jóvenes generaciones pueden encontrar preciosas indicaciones para el camino de la vida".
"Queridos amigos, a nuestra edad con frecuencia tenemos la experiencia de la necesidad de la ayuda de los otros, y esto sucede también con el Papa", prosiguió y explicó que en esto se puede ver "un don del Señor, ¡porque es una gracia ser sostenido y acompañados, sentir el afecto de los otros! Esto es importante en toda fase de la vida: nadie puede vivir solo o sin ayuda, el ser humano es relacional. Y en esta casa veo, con gusto, que quienes ayudan y los que son ayudados forman una única familia que tiene como linfa vital el amor".
"Queridos hermanos y hermanas ancianos, a veces las jornadas pareces largas y vacías, con dificultadas, pocos esfuerzos y encuentros, no se desalienten nunca, ustedes con una riqueza para la sociedad, también en el sufrimiento y la enfermedad. Y esta fase de la vida es un don también para profundizar en la relación con Dios", dijo el Santo Padre.
El Papa dijo a los presentes que llega a la casa de acianos "como Obispo de Roma, pero también como anciano que visita a sus pares. Conozco bien las dificultades, los problemas y los límites de esta edad y sé también que, para muchos, estas dificultades, se agravan con la crisis económica".