VATICANO,
La Iglesia en Europa celebró a una de sus patronas, Santa Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz), judía conversa al catolicismo que después de encarnar la reconciliación entre el pensamiento y la fe, el diálogo interreligioso y el verdadero feminismo, murió el 9 de agosto de 1942 en las cámaras de gas de Auschwitz.
El diario Avvenire informó que para la ocasión, se celebró una Misa en su honor desde los campos de exterminio de Birkenau, en Polonia, en la que participó el Obispo de Speyer, en representación de la Conferencia Episcopal Alemana. Además, el pasado domingo en Bad Neustadt, ciudad de Baviera, inauguraron una estatua en su recuerdo.
El abrazo firme a Dios de una atea de origen judío
Edith Stein nació en Breslau, Alemania, (hoy Broklaw, Polonia) el 12 de octubre de 1891 en el seno de una familia judía de once hermanos.
En 1916, culminó su tesis y obtuvo el Doctorado en Filosofía con el grado de summa cum laude, y trabajó con el filósofo Edmund Husserl, quien afirmaba que era la mejor estudiante de doctorado que jamás tuvo.
Durante la Primera Guerra Mundial colaboró junto con otras estudiantes mujeres para trabajar en hospitales militares repletos de disentería y cólera, en reconocimiento a su servicio generoso, obtuvo la medalla al valor.
Al volver de la guerra, Edith retomó su vida de estudiante, pero las dudas profundas, el insaciable hambre de verdad volcado a la filosofía, el testimonio de muchos cristianos y sobre todo, la lectura de la vida de Santa Teresa de Jesús, lograron en esta atea convencida su conversión al catolicismo, y el 1 de enero de 1922 recibió el bautismo.
Importante filosofa católica defensora del “verdadero feminismo”
Edith dejó su carrera como estudiante y por ocho años trabajó como profesora de alemán en el Colegio de las Hermanas Dominicas en Speyer. Por ese periodo, continuó sus escritos en filosofía y comenzó a dar conferencias dedicadas al significado de la mujer que la llevaron a Heidelberg, Zurich, Salzburg entre otras ciudades.
Edith, expuso claramente su oposición radical al feminismo y su fuerte compromiso al reconocimiento y desarrollo de la mujer, y el valor de la madurez de la vida cristiana en la mujer como respuesta a la vida contemporánea. En sus temas reflejó "La Espiritualidad de la mujer cristiana", "Los principios fundamentales de la Educación de la mujer", "Problemas en la Educación de la Mujer", "La Iglesia, la mujer y la juventud" y "El significado intrínseco del valor de la mujer en la vida nacional".
A la edad de 42 años, el 14 de octubre de 1933, Edith decidió ingresar al convento carmelita en Colonia, y tomó como nombre el de Teresa Benedicta por su especial devoción a la pasión de Cristo y su admiración a Teresa de Ávila.
Estalla el Holocausto
El 8 de noviembre de 1938 estalló el Holocausto, el ejército nazi atacó las sinagogas de Alemania, y debido a sus orígenes judíos las religiosas carmelitas decidieron trasladar a Edith, junto a su hermana Rosa, al convento de Echt, en Holanda. Allí compuso tres hermosos actos de oblación, ofreciéndolos por el pueblo judío, la paz y por la santificación de la Familia Carmelita.
La incineración y los cuartos de gas para judíos aumentaron al Este, y Edith, como miles de judíos en Holanda fue llamada por el ejército nazi en Maastricht y del Consejero para los Judíos en Ámsterdam. Pidió una visa a Suiza junto con su hermana, para ser transferidas al Convento de Carmelitas de Le Paquier, pero solo podían alojar a Edith, asique se negó a abandonar a su hermana.
Inicialmente, la policía nazi comenzó a exterminar a los judíos de la Holanda ocupada, dejando a un lado a los convertidos al catolicismo. Sin embargo, el Obispo de los Países Bajos redactó una carta pastoral para proclamarse en contra de la deportación judía, y los nazis ordenaron el exterminio también de los bautizados judíos, entre los que entraba Edith.
En la madrugada del 2 de agosto, los oficiales nazis entraron al convento de las carmelitas y se llevaron a Edith y a Rosa a la prisión en Amersfoort y Westerbork, el campamento central de detención en el norte de Holanda. Los testigos recuerdan el silencio, la calma, la compostura, el autocontrol, el consuelo para otras mujeres, y el cuidado hacia los niños de la religiosa, quien finalmente, antes del amanecer del 7 de agosto de 1942, fue deportada en tren a Auschwitz.
Hasta 1950, no se supo nada de ella, cuando La Gazette Holandesa publicó la lista oficial de los nombres de los judíos que fueron deportados de Holanda el 7 de agosto de 1942, donde consta que no hubo supervivientes.
Esto es lo que decía la lista de deportados: “Número 44070. Edith Theresa Hedwig Stein, Nacida en Breslau el 12 de Octubre de 1891, Muerta el 9 de Agosto de 1942”.
Canonización de Edith: Filósofa, mística, religiosa, mártir y santa de origen judío
El 11 de octubre de 1998, el Beato Papa Juan Pablo II, la proclamó Santa por la curación milagrosa de Teresa Benedicta McCarthy, una pequeña niña de Boston (Estados Unidos), diagnosticada de un grave e irreversible daño hepático.
Un años más tarde, Edith pasó a ser copatrona de Europa junto a Santa Brígida de Suecia y Santa Caterina de Siena.
El 1 de octubre de 1999, durante la proclamación, Juan Pablo II expresó que Edith Stein estaba llamada a representar la santidad que para Europa “es el secreto de su pasado y la esperanza de su futuro”.
Declararla copatrona de Europa “significa poner en el horizonte del viejo continente una bandera de respeto, de tolerancia, de acogida, que invita a los hombres y mujeres a comprenderse y aceptarse más allá de las diversidades étnicas, culturales y religiosas, para formar una sociedad realmente fraterna”, concluyó.
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