VATICANO,
Esta mañana fue presentado en la Santa Sede el documento "Orientaciones pastorales para la promoción de las vocaciones al ministerio sacerdotal", que señala que el testimonio coherente y feliz de los presbíteros es uno de los requisitos necesarios para que más jóvenes se sientan llamados a la vocación sacerdotal.
En la presentación participaron el Prefecto de la Congregación para la Educación Católica, Cardenal Zenon Grocholewski, así como Mons. Jean-Louis Brugués y Mons. Angelo Vincenzo Zani, secretario y subsecretario de este dicasterio respectivamente.
El Cardenal Grocholewski afirmó que "el cuidado de las vocaciones al sacerdocio, es un reto permanente para la Iglesia". En ese sentido, el documento, que consta de tres partes, examina la situación actual de las vocaciones y la pastoral encargada de ellas, analiza la identidad del ministerio sacerdotal y propone sugerencias para la animación pastoral de las vocaciones.
La primera parte señala que la disminución demográfica y la crisis de la familia; la difusión de la mentalidad secularizada; así como las difíciles condiciones de vida y del ministerio del sacerdote, son razones que contrastan la pastoral vocacional, evidentes, sobre todo en las Iglesias de antigua tradición cristiana de Occidente:
"Considerando dichas dificultades se enumeran las condiciones necesarias para que la gracia de la llamada encuentre un terreno fértil en la Iglesia y la apertura de los jóvenes a la vocación sacerdotal: encontrar un terreno fecundo de vida cristiana en la comunidad eclesial; la función insustituible de la oración; el valor de la pastoral integrada; un nuevo empuje de evangelización y misión; el papel central de la familia; el testimonio coherente y feliz de los presbíteros; la eficacia educativa de las experiencias de voluntariado; el valor de las escuelas y universidades", señaló el Cardenal.
Por su parte, Mons. Bruguès advirtió de "la tendencia a una transformación progresiva del sacerdocio en profesión u oficio" que puede llevar aparejada la "peligrosidad del activismo exasperado; el creciente individualismo que, no con poca frecuencia, encierra al sacerdote en una soledad negativa y deprimente; la confusión de funciones en la Iglesia que se determina cuando se pierde el sentido de la diferencia de competencias y de responsabilidades y no se aúnan los esfuerzos para la colaboración en la única misión confiada al Pueblo de Dios".