VATICANO,
El Papa Benedicto XVI señaló que el mundo de la economía y del trabajo son ámbitos que no pueden permanecer extraños al mensaje evangélico, sino que al contrario, necesitan de los valores cristianos para enfrentar dificultades actuales como la crisis económica que golpea a varios países, especialmente de Europa.
"La sociedad, la economía, el trabajo no representan ámbitos exclusivamente seculares y mucho menos extraños al mensaje cristiano; son, al contrario, espacios que hay que fecundar con la riqueza espiritual del Evangelio", afirmó ante una delegación de empresarios de la agricultura y la pesca italiana (Coldiretti) con ocasión del congreso de ese organismo cuyo tema es "La agricultura familiar para un desarrollo sostenible".
El Papa dijo que la crisis económica y financiera plantea a los empresarios retos difíciles "que estáis llamados a afrontar como cristianos, cultivando un sentido de responsabilidad, profundo y renovado, dando prueba de solidaridad y de capacidad de compartir. Teniendo en cuenta, además, que en la base de la dificultad actual económica hay una crisis moral, trabajad con solicitud para que las instancias éticas prevalezcan sobre cualquier otra exigencia".
"En este terreno ético, es necesario que la familia, la escuela, el sindicato y cualquier otra institución política, cultural y cívica, desempeñen una importante labor de colaboración (...) sobre todo por lo que se refiere a los jóvenes: están cargados de perspectivas y esperanzas; buscan construir su futuro con generosidad y esperan que los adultos les den ejemplos válidos y propuestas serias. No podemos desilusionarlos", señaló.
Por ello, alentó a los empresarios a proseguir su testimonio evangélico "resaltando los valores que hacen de la actividad laboral una herramienta inapreciable para la convivencia justa y humana", como el respeto de la dignidad de la persona, la búsqueda del bien común, la honradez en la gestión de los servicios, la seguridad alimentaria, la protección del ambiente y la promoción del espíritu de solidaridad.
En ese sentido, dijo que la Iglesia nunca es indiferente "a la calidad de vida de las personas, ni a sus condiciones laborales y advierte la necesidad de cuidar de los seres humanos y de los contextos en que viven y producen, para que sean siempre lugares humanos y humanizadores".