ROMA,
Una multitud se reunió el último sábado en la iglesia Santa Francisca Romana de esta capital en los funerales de Chiara Corbella, una joven de profunda fe católica que murió por retrasar un tratamiento contra el cáncer para proteger al bebé que esperaba.
A sus 28 años de edad Chiara tenía un feliz matrimonio con Enrico Petrillo. Juntos superaron el dolor de ver morir a dos hijos poco después del parto debido a graves malformaciones y compartieron su testimonio en diferentes eventos pro-vida. Para ellos los minutos que vivieron con sus hijos David y María fueron los más felices de su existencia.
En el 2010, Chiara resultó embarazada por tercer vez y según los médicos el niño estaba completamente sano. Sin embargo, a ella le diagnosticaron un agresivo cáncer de lengua y le propusieron someterse a un tratamiento que pondría en riesgo a su hijo.
Chiara decidió proteger al bebé y pospuso el tratamiento hasta el nacimiento de Francisco, el 30 de mayo de 2011.
El cáncer avanzó con fuerza, perdió la vista en un ojo y los médicos la desahuciaron en abril pasado. Chiara falleció el 13 de junio acompañada por sus seres más queridos y convencida de que partía al encuentro de sus hijos mayores.
"Voy al cielo para ocuparme de María y David, y tu quédate aquí con papá. Yo desde allí rezaré por vosotros", escribió Chiara en una carta dirigida a Francisco una semana antes de su muerte.