VATICANO,
El Papa Benedicto XVI explicó esta mañana en la audiencia general que "Dios no se cansa nunca de nosotros" y que consuela siempre a las personas de sus tribulaciones a través de la oración.
En la catequesis que presidió ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro, reflexionando sobre la oración de San Pablo, para quien rezar es "un encuentro verdadero y personal con Dios Padre, en Cristo, mediante el Espíritu Santo. En este encuentro entran en diálogo el 'sí' fiel de Dios y el 'amén' confiado de los creyentes".
Benedicto XVI ha explicado esta dinámica en su alocución, apoyándose en la segunda carta a los Corintios en la que el apóstol escribe: "bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros seamos capaces de consolar a los que se encuentran en cualquier tribulación".
El consuelo, dijo el Santo Padre, no se ha de entender como simple confortación, sino sobre todo "como exhortación a no dejarse vencer por las tribulaciones y las dificultades. Es una invitación a vivir todas las situaciones unidos a Cristo, que carga sobre sí todo el sufrimiento y el pecado del mundo para llevar luz, esperanza y redención. Así nos hace capaces de consolar a quienes se encuentran en cualquier clase de aflicción".
La unión profunda con Cristo en la oración y la confianza en su presencia nos hacen estar dispuestos a compartir los sufrimientos de los hermanos.
"Nuestra vida y nuestro camino cristiano están marcados a menudo por dificultades, incomprensiones, sufrimientos. Todos lo sabemos. En la relación fiel con el Señor, en la oración constante, diaria, podemos sentir concretamente el consuelo que viene de Dios. Y esto refuerza nuestra fe, porque nos hace experimentar de modo concreto el 'sí' de Dios al hombre en Cristo, la fidelidad de su amor, que llega hasta el don de su Hijo en la cruz".