BUENOS AIRES,
"Para mi madre fue su máximo orgullo haber defendido la vida", afirmó el P. Alfar Antonio Vélez, párroco en la provincia de Chubut (Argentina), que decidió contar su testimonio como hijo producto de una violación en rechazo al fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que declaró no punible el aborto para estos casos.
"Mi madre era una mujer de mucha fe, muy practicante y muy santa. Ella decía que, pese a las tan terribles circunstancias, llevaba en su seno el milagro de una nueva vida, una vida que Dios le había dado y que, por sus convicciones, no podía abortar. Y que si Dios se la había dado debía encontrarle el sentido (…). De hecho, los tres años que vivió conmigo a raíz de una larga enfermedad hasta su muerte, en 2009, fueron para ella los años más bellos de su vida", dijo al sitio web Valoresreligiosos.com.ar.
El sacerdote, cuya labor pastoral es bastante apreciada por los fieles, relató que su madre fue violada a los 27 años de edad en Medellín (Colombia), por varios compañeros de trabajo que le tendieron una trampa durante una fiesta, la drogaron y abusaron de ella repetidamente.
En medio del dolor y sin saber quién era el padre, la mujer fue presionada por la familia para que se casara con un viudo que luego del matrimonio la maltrató en varias ocasiones. Al no poder separarse, la mamá se quedó con su esposo y un segundo hijo, mientras Alfar era enviado a casa de su abuela.
"Un día, como mi abuela me pedía que le diga papá a mi abuelo, le pregunté cómo podía ser él mi abuelo y mi papá a la vez. Ello provocó una reunión con mi madre, que me contó lo que le había pasado. Que mucha gente quería que me abortara, otras que me vendiera y otras que me regalara. Y que, incluso, había mucha gente interesada en mí. Para mí fue muy duro. Tenía apenas 10 años. Reaccioné con mucha severidad contra mi madre".
"Con el paso del tiempo y de una vida muy triste, fui a la iglesia a reclamarle a Dios, a preguntarle por qué a mí. Como yo le hablaba a los gritos, vino un sacerdote y me dijo que estaba formulando mal la pregunta: ‘No es por qué, sino para qué’, señaló. Que creía que Dios, precisamente a raíz de mi situación, me estaba llamando para cosas grandes. En fin, me dijo que Dios escribe derecho sobre renglones torcidos y que iba a ser un instrumento de Él. Y me leyó el pasaje de Jeremías, donde Dios lo llama, pero este se resiste y el Señor le dice: ‘No te preocupes, yo haré todo por ti’. Aquella charla me marcó. Ese sacerdote terminó siendo como un padre", afirmó.