WASHINGTON,
Nicholas y Alexander Bolden son unos frágiles mellizos que luchan por sus vidas en un hospital de Michigan desde el 5 de abril pasado, cuando los médicos lograron la proeza de permitir su nacimiento cinco semanas después de que su madre fuera declarada con muerte cerebral.
Christine Bolden –madre de una niña de 11 años y un niño de 3 años– tenía 20 semanas de gestación (cinco meses de embarazo) cuando el 1 de marzo dos aneurismas le causaron un daño irreversible. Los médicos, con el apoyo de la familia, optaron por mantenerla con vida conectada a un respirador hasta que sus hijos estuvieran listos para nacer.
"Le pedimos a los médicos que hicieran lo posible por salvar a los bebés, al menos a ellos, ya que a Christine la habíamos perdido", recuerda Danyell Bolden, tía de Christine, y asegura que rezaron muchísimo por los niños.
Los bebés nacieron a las 25 semanas de gestación, pesaron 900 gramos y se encuentran estables pero aún están muy frágiles en el Hospital Infantil Helen DeVos.
"Nos sentimos muy tristes por haberla perdido [a Christine], sin embargo, al tener a sus bebés, es como si Dios nos hubiera permitido conservar una pequeña parte de ella. Aquí hay muchas oraciones", agregó Danyell.
"Sabíamos que una vez que los bebés nacieran sería el final de Christine. Era difícil saber que los bebés nacerían y ella no volvería. Dios podría haberse llevado a ella y a los niños. Pero los dejó. Eso es un milagro", añadió.