WASHINGTON,
A cien años del hundimiento del Titanic, son muchas las historias que salen a flote como la de los tres sacerdotes que por distintos motivos se encontraban a bordo del barco la noche de su hundimiento y ayudaron heroicamente a muchos pasajeros a subirse a los botes salvavidas y, en los momentos finales, acompañaron con los sacramentos y la oración a las víctimas del desastre.
El P. Juozas Montvila, sacerdote nacido en 1885 en Lituania, era el más joven de los tres presbíteros a bordo del transatlántico. Se dirigía a Estados Unidos para servir pastoralmente a las comunidades de inmigrantes lituanos en Nueva York o en Massachusetts. El presbítero fue sido prohibido de ejercer su ministerio católico en su tierra natal, en medio de la represión religiosa de los zares rusos.
De acuerdo al testimonio de sobrevivientes, el P. Montvila "sirvió su llamado hasta el fin", rehusándose a escapar, mientras ayudaba a otros pasajeros a alcanzar los botes salvavidas. El P. Montvila es considerado un héroe en Lituania.
Por su parte el P. Joseph Peruschitz , sacerdote benedictino alemán, viajaba a Estados Unidos para asumir el cargo de director de la escuela de preparación de los benedictinos en Collegeville, Minnesota.
Durante el viaje, y a semejanza de los otros dos sacerdotes, el presbítero escuchó confesiones y celebró Misa cada día.
Según el testimonio de un sobreviviente que los divisó a la distancia mientras su bote se alejaba, en los últimos minutos de la tragedia, el P. Peruschitz junto al P. Thomas Byles dirigieron el rezo del Rosario junto a las víctimas que habían quedado a bordo, al tiempo que las olas llegaban a la cubierta.