Durante las meditaciones cuaresmales que se ofrecen en la Basílica de Guadalupe de esta capital, la particular presencia de un crucifijo retorcido protegido en una urna de cristal ha atraído la atención de muchos que incluso llegan a derramar lágrimas al saber que se trata del "Hijo protegió a la Madre" de un atentado con explosivos perpetrado en 1921.
El "Santo Cristo del Atentado", como se conoce al crucifijo desde entonces, estaba originalmente ubicado en el altar, delante de la imagen original de la Virgen de Guadalupe. El 14 de noviembre de 1921, un desconocido se acercó al altar con una supuesta ofrenda floral, que en realidad era un explosivo que estalló a las 10:30 de la mañana de ese día.
L detonación retorció el pesado crucifijo y causó serios destrozos en el templo. Sin embargo, ni la imagen de la Virgen de Guadalupe ni el cristal que la protegía sufrieron daño alguno.
Un pergamino ubicado junto a la imagen del crucifijo da cuenta de los hechos y se explica que "desde entonces, el pueblo fiel de México venera de un modo especial esta imagen de Nuestro Señor Jesucristo, que protegió a su Santa Madre de tan perverso atentado".
"Los desperfectos fueron en las gradas del altar, que son de mármol, en los candeleros de latón, y en esta Sagrada Imagen de Nuestro Señor Crucificado, que retorcida cayó al suelo", agrega el texto.
Según algunos historiadores, el atentado habría sido maquinado por el entonces presidente de México, Álvaro Obregón Salido. El sacerdote e historiador de la época, P. Jesús García Gutiérrez, señaló que muchas personas escucharon a Obregón Salido decir en un discurso que no descansaría hasta limpiar su caballo con la imagen de la Virgen.