VATICANO,
En la habitual audiencia general de hoy, el Papa Benedicto XVI alentó a los católicos a rezar confiando en la voluntad de Dios, colocando ante él las fatigas, sufrimientos y sacrificios cotidianos para aprender a seguirlo, como hizo el Señor Jesús antes de morir en la Cruz.
Ante miles de peregrinos de distintas partes del mundo en el Aula Pablo VI, el Santo Padre reflexionó sobre la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos. El evangelista Marcos narra que, después de la Última Cena, Jesús se dirige al monte de los Olivos y se prepara para la oración personal.
"Pero esta vez sucede algo nuevo: parece que no quiere estar solo. A menudo Jesús se alejaba de las multitudes, e incluso de los discípulos, para orar. En Getsemaní, en cambio, invita a Pedro, Santiago y Juan a estar cerca de Él. Son los mismos discípulos que llamó para que estuvieran con Él en el monte de la Transfiguración".
El Papa dijo luego que "esta cercanía de los tres durante la oración en Getsemaní es significativa. Se trata de una petición de solidaridad en el momento en el que siente aproximarse la muerte; pero es, sobre todo, una cercanía en la oración para expresar, de algún modo, la sintonía con Él en el momento en el que se prepara para cumplir hasta el final la voluntad del Padre, así como una invitación a cada discípulo a seguirlo en el camino de la Cruz".
Las palabras que Cristo dirige a los tres discípulos "Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad" revelan que en aquel momento siente "miedo y angustia, experimenta la última profunda soledad precisamente mientras se está cumpliendo el plan de Dios".
"En este miedo y angustia de Jesús se resume todo el horror del hombre ante su propia muerte, ante la certeza de su inexorabilidad y la percepción del peso del mal que toca nuestras vidas".