VATICANO,
En la audiencia general de este miércoles y meditando sobre la oración de Jesús en la Última Cena antes de morir en la cruz, el Papa Benedicto XVI exhortó a que, a ejemplo de Cristo, las cruces y las dificultades propias de la vida se conviertan para cada uno en sacrificios de amor a Dios y los hermanos.
En el Aula Pablo VI y ante unos 4 mil fieles presentes llegados de distintas partes del mundo, el Santo Padre recordó que en la Última Cena el Señor se despide de sus amigos ante la inminencia de su muerte, que siente ya muy cerca. Además esos días estaban marcados por la Pascua judía.
"La Última Cena se inserta en este contexto, con una novedad: Jesús quiere vivirla con sus discípulos de una forma completamente diversa y especial; es su Cena y en ella da algo totalmente nuevo: Se entrega a sí mismo. De esta forma celebra su Pascua, anticipa su Cruz y su Resurrección".
El núcleo de la Cena, dijo el Santo Padre, son "los gestos de partir el pan, distribuirlo y compartir el cáliz del vino, con las palabras que los acompañan y en el contexto de oración en que se sitúan: es la institución de la Eucaristía, es la gran oración de Jesús y de la Iglesia".
Asimismo, las palabras que usan los evangelistas para describir este momento recuerdan la "berakha" judía, la gran oración de acción de gracias y de bendición con la que comenzaban los grandes convites.
"Esa oración de alabanza y agradecimiento que se eleva a Dios regresa como bendición, que desciende de Dios hacia el ser humano y lo enriquece. (...) Las palabras de institución de la Eucaristía se colocan en este contexto de oración; en ellas la alabanza y la bendición de la berakha se transforman en bendición y transformación del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús".