VATICANO,
En su catequesis de la audiencia general de hoy, el Papa Benedicto XVI explicó que celebrar la Navidad es transmitir con el testimonio de la propia vida la alegría y la luz de Dios a todos.
En el aula Pablo VI y ante unos 7 mil fieles, el Santo Padre explicó que la primera reacción que se experimenta ante la "extraordinaria acción de Dios que se hace Niño" es la alegría. Se trata de un sentimiento "que nace del estupor del corazón al ver cómo Dios se acerca a nosotros, piensa en nosotros, cómo actúa en la historia. Nace al contemplar el rostro de aquel humilde Niño, porque sabemos que es el rostro de Dios".
La Navidad, prosiguió el Papa, es la alegría porque "Dios, que es el bien, la vida, la verdad del hombre, se rebaja hasta el hombre para elevarlo hasta Sí mismo: Dios se hace tan cercano que se puede ver y tocar".
Por ello, dijo el Santo Padre, "la Navidad es el punto en el que Cielo y tierra se unen. (…) En aquel Niño, necesitado de todo (…), lo que Dios es –eternidad, fuerza, santidad, vida, alegría– se une a lo que nosotros somos –debilidad, pecado, sufrimiento, muerte–".
El Pontífice explicó que la teología y la espiritualidad de la Navidad usan la expresión "admirabile commercium" para describir este "admirable intercambio" entre la divinidad y la humanidad: "el primer acto de este maravilloso intercambio se opera en la humanidad misma de Cristo. El Verbo ha asumido nuestra humanidad, y, a cambio, la naturaleza humana ha sido elevada a la dignidad divina".
"Y así el sueño de la humanidad comenzado en el paraíso terrenal –ser como Dios– se realiza de modo inesperado, no por la grandeza del hombre, que no puede hacerse Dios, sino por la humildad de Dios que desciende, entra así en nosotros (…) y nos eleva a la verdadera grandeza de su Ser".