Según informa Radio Vaticana, el Santo Padre subrayó que un segundo propósito de esta visita Pastoral fue el de convocar a la iglesia en el país a examinar, bajo la óptica social y religiosa, los cambios radicales, la urgencia y la necesidad de una nueva evangelización.
El Papa compartió la preocupación de los pastores por los grandes desafíos que presenta una sociedad cada vez más secularizada para ofrecer un testimonio cristiano coherente. Sin embargo, subrayó que no deja de ser significativa la creciente preocupación de tantos hombres y mujeres, independientemente de sus posturas religiosas o políticas por el futuro de nuestras sociedades democráticas.
"Ellos ven con preocupación una crisis de los fundamentos intelectuales, culturales y morales de la vida social, y un creciente sentimiento de desarraigo e inseguridad, especialmente entre los jóvenes, frente a los grandes cambios sociales. Pese a los intentos por acallar la voz de la Iglesia en la vida pública, muchas personas de buena voluntad siguen buscando su sabiduría, inteligencia y una buena orientación en medio de esta profunda crisis. El momento actual puede ser visto en términos positivos, como un llamado a ejercer la dimensión profética de su ministerio episcopal al hablar, con humildad, pero con insistencia, en defensa de la verdad moral, y ofrecer una palabra de esperanza, capaz de abrir los corazones y las mentes a la verdad que nos hace libres."
Benedicto XVI advirtió que no se pueden subestimar los grandes desafíos que se presentan a la iglesia de Estados Unidos, como los obstáculos a la fe y práctica cristiana que plantea una cultura secularizada y que afecta a los creyentes, al punto de conducirlos a veces a una "deserción silenciosa". “Inmersos en esta cultura –lamentó el Papa-los creyentes cotidianamente son acosados por las objeciones, las preguntas inquietantes y el cinismo de una sociedad que parece haber perdido sus raíces en un mundo en el que el amor de Dios se ha enfriado en los corazones de muchos”.
Ante este panorama el Papa recordó a los obispos que la evangelización no es una tarea dirigida hacia el exterior. “Nosotros mismos somos los primeros que necesitamos una re-evangelización. Es decir, al igual que todas las crisis espirituales, ya sea de individuos o comunidades, sabemos que la respuesta definitiva sólo puede nacer de una búsqueda crítica, una autoevaluación permanente y la conversión a la luz de la verdad de Cristo. Sólo a través de la renovación interior seremos capaces de discernir y satisfacer las necesidades espirituales de nuestra época con la verdad eterna del Evangelio”.