VATICANO,
En su habitual catequesis de los miércoles, el Papa Benedicto XVI ofreció una reflexión sobre el Salmo 22 –que contiene el grito de Jesús en la cruz "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" – y recordó que Dios nunca abandona al hombre que sufre y además restituye la humanidad de los violentos.
Las dramáticas imágenes de este Salmo sirven para decir que "cuando el hombre es brutal y agrede al hermano, algo de animal prevalece en él, parece perder toda semblanza humana; la violencia tiene siempre en sí algo de bestial y solamente la intervención salvífica de Dios puede restituir al hombre su humanidad", afirmó el Papa ante miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro para la habitual Audiencia General.
El Santo Padre agregó, según la traducción publicada por Radio Vaticana, que es el "Salmo 22, (22 según la tradición hebraica y 21 según la tradición greco-latina) una oración acongojada y conmovedora, con una densidad humana y una riqueza teológica que hacen que este Salmo sea uno de los más rezados y estudiados de todo el Salterio".
El Salmo "presenta la figura de un inocente perseguido y rodeado por adversarios que quieren su muerte; y él acude a Dios en un lamento doloroso que, en la certeza de la fe, se abre misteriosamente a la alabanza".
"Dios calla y este silencio desgarra el alma del orante, que llama incesantemente, pero sin encontrar respuesta. Los días y las noches se van sucediendo, en una búsqueda incansable de una palabra, de una ayuda que no llega; Dios parece tan distante, tan olvidadizo, tan ausente", explicó el Papa.
En este sentido, aclaró que "a pesar de toda apariencia, el Salmista no puede creer que los lazos con el Señor se han interrumpido totalmente; y mientras pregunta el por qué de un presunto abandono incomprensible, afirma que ‘su’ Dios no lo puede abandonar".