MADRID,
En su encuentro esta mañana con unas 1 600 jóvenes religiosas en Madrid, incluyendo monjas de órdenes de clausura, el Papa Benedicto XVI les dijo que "la Iglesia necesita de vuestra fidelidad joven arraigada y edificada en Cristo".
Luego de escuchar el saludo del Cardenal Antonio María Rouco Varela, Arzobispo de Madrid y el de una religiosa en representación de las demás, el Santo Padre recordó que la vida consagrada nace de la escucha de la Palabra de Dios.
Esa Palabra, continuó el Papa, exige "la radicalidad evangélica que es estar ‘arraigados y edificados en Cristo, y firmes en la fe’". En la vida consagrada, explicó, esto consiste en "ir a la raíz del amor a Jesucristo con un corazón indiviso, sin anteponer nada a ese amor, con una pertenencia esponsal como la han vivido los santos, al estilo de Rosa de Lima y Rafael Arnáiz, jóvenes patronos de esta Jornada Mundial de la Juventud".
"El encuentro personal con Cristo que nutre vuestra consagración debe testimoniarse con toda su fuerza transformadora en vuestras vidas; y cobra una especial relevancia hoy, cuando ‘se constata una especie de ‘eclipse de Dios’, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza’".
Frente al relativismo y la mediocridad, continuó el Papa, "surge la necesidad de esta radicalidad que testimonia la consagración como una pertenencia a Dios sumamente amado.
Dicha radicalidad evangélica de la Vida Consagrada se expresa en la comunión filial con la Iglesia, hogar de los hijos de Dios que Cristo ha edificado. La comunión con los Pastores, que en nombre del Señor proponen el depósito de la fe recibido a través de los Apóstoles, del Magisterio de la Iglesia y de la tradición cristiana".