VATICANO,
En su discurso a los jóvenes de San Marino ayer por la tarde, el Papa Benedicto XVI resaltó que solo en Cristo, en la adhesión de la propia vida a Él, se encuentran las respuestas fundamentales de la vida, del corazón humano que siempre tiene hambre de infinito.
En el encuentro con los jóvenes en la Plaza Vittorio Emanuele, y tras las palabras del Obispo de San Marino-Montefeltro, Mons. Luigi Negri, y el saludo de un joven, el Papa reflexionó sobre la parábola del joven rico que le pregunta al Señor "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? Tal vez hoy no diríamos así, pero el sentido de la pregunta es precisamente: ¿qué debo hacer, cómo debo vivir para vivir de verdad, para encontrar la vida?".
"Precisamente –prosiguió– examinándonos sinceramente y con valentía intuimos la belleza, pero también la precariedad de la vida y sentimos una insatisfacción, una inquietud que nada puede colmar. Al final todas las promesas son a menudo insuficientes".
Benedicto XVI invitó a los jóvenes a no tener miedo a plantearse "las preguntas fundamentales sobre el sentido y el valor de la vida. No os quedéis en las respuestas parciales e inmediatas, sin duda más fáciles y más cómodas, que pueden proporcionar un momento de felicidad, de exaltación, de embriaguez, pero que no os conducen a la verdadera alegría de vivir, la que proviene de quien construye –como dice Jesús– no sobre la arena, sino sobre la roca sólida".
"Aprended, por tanto, a reflexionar, a leer de una manera no superficial, sino en profundidad, vuestra experiencia humana: ¡descubriréis con asombro y con alegría, que vuestro corazón es una ventana abierta al infinito!", exhortó.
"El hombre, también en la era del progreso científico y tecnológico –que nos ha dado tanto–, sigue siendo un ser que quiere más, más que la comodidad y el bienestar; es un ser abierto a toda la verdad de su existencia, que no puede detenerse en las cosas materiales, sino que se abre a un horizonte mucho más amplio".