VATICANO,
En la homilía de la Misa que presidió esta mañana en la República de San Marino en la Solemnidad de la Santísima Trinidad, el Papa Benedicto XVI señaló que ante el ser humano pecador, Dios ofrece siempre la posibilidad de la conversión y del perdón.
Ante miles de fieles reunidos para la Eucaristía que celebró en el estadio de Serravalle, el Santo Padre explicó que el misterio de la Santísima Trinidad, Dios Uno y Trino, es el "primer y supremo misterio de nuestra fe".
"El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno, porque Dios es amor: el Padre da todo al Hijo; el Hijo recibe todo del Padre con reconocimiento; y el Espíritu Santo es como el fruto de este amor recíproco entre el Padre y el Hijo".
Seguidamente, señala Radio Vaticana, el Papa se refiere a la primera lectura de este domingo tomada del libro del Éxodo en la que se narra la infidelidad de Israel a Dios cuando, después de Moisés recibir los Diez Mandamientos, el pueblo pide a Aarón construir "un dios que sea visible, accesible, maniobrable, a la medida del hombre. Aarón consiente y prepara el becerro de oro".
Al ver el becerro Moisés rompe las tablas de los Diez Mandamientos. "Todo parece perdido, la amistad rota. Sin embargo, no obstante este gravísimo pecado del pueblo, Dios, por intercesión de Moisés, decide perdonar e invita a Moisés a volver a subir al monte para recibir de nuevo su ley, los Diez Mandamientos".
"Moisés pide entonces a Dios que se revele, que le haga ver su rostro, pero Dios no muestra el rostro, revela más bien ser lleno de bondad con estas palabras: ‘El Señor, Dios misericordioso y piadoso, lento a la cólera y rico en amor y fidelidad’. Esta auto-definición de Dios manifiesta su amor misericordioso: un amor que vence el pecado, lo cubre, lo elimina. No puede hacernos revelación más clara".