29 de octubre de 2024 Donar
Un servicio de EWTN Noticias

Experto desmiente mitos anti-católicos sobre Las Cruzadas

El experto historiador Dr. Paul F. Crawford del Departamento de Historia y Ciencias Políticas de la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos), desmiente cuatro mitos anti-católicos sobre Las Cruzadas, como por ejemplo que quienes participaron se habrían llenado de riquezas cuando en realidad lo que sucedió es que muchos terminaron en bancarrota.

El investigador de las Cruzadas señala en un artículo publicado en abril de este año que con frecuencia "las cruzadas son mostradas como un episodio deplorablemente violento en el que libertinos occidentales, que no habían sido provocados, asesinaban y robaban a musulmanes sofisticados y amantes de la paz, dejando patrones de opresión escandalosa que se repetirían en la historia subsecuente".

"En muchos lugares de la civilización occidental actual, esta perspectiva es demasiado común y demasiado obvia como para ser rebatida", prosigue.

Sin embargo, precisa el experto autor del libro "The Templar of Tyre", la "unanimidad no es garantía de precisión. Lo que todo el mundo 'sabe' sobre las cruzadas podría, de hecho, no ser cierto".

Seguidamente rebate, uno a uno, cuatro mitos que terminan por mostrar algo que, en realidad, no fueron las Cruzadas.

Primer mito: "las cruzadas representaron un ataque no provocado de cristianos occidentales contra el mundo musulmán"

Crawford señala que "nada podría estar más lejos de la verdad, e incluso una revisión cronológica aclararía eso. En el año 632, Egipto, Palestina, Siria, Asia Menor, el norte de África, España, Francia, Italia y las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega eran todos territorios cristianos. Dentro de los límites del Imperio Romano, que todavía era completamente funcional en el Mediterráneo oriental, el cristianismo ortodoxo era la religión oficial y claramente mayoritaria".

Hacia el año 732, un siglo después, los cristianos habían perdido la mayoría de esos territorios y "las comunidades cristianas de Arabia fueron destruidas completamente en o poco después del 633, cuando los judíos y los cristianos por igual fueron expulsados de la península. Aquellos en Persia estuvieron bajo severa presión. Dos tercios del territorio que había sido del mundo cristiano eran ahora regidos por musulmanes".

Lo que sucedió, explica el experto, sí lo sabe la mayoría de la gente pero solo lo recuerda cuando se les "precisa un poco": "La respuesta es el avance del Islam. Cada una de las regiones mencionadas fue sacada, en el transcurso de cien años, del control cristiano por medio de la violencia, a través de campañas militares deliberadamente diseñadas para expandir el territorio musulmán a expensas de sus vecinos. Pero esto no dio por concluido el programa de conquistas del Islam".

Los ataques musulmanes contra los cristianos siguieron ya no solo en esa región sino contra Europa, especialmente Italia y Francia, durante los siglos IX, X y XI, lo que hizo que los bizantinos, los cristianos del Imperio Romano de Oriente, solicitaran ayuda a los Papas. Fue Urbano II quien envió las primeras cruzadas en el siglo XI, después de muchos años de recibir el primer pedido.

Para Crawford, "lejos de no haber sido provocadas, entonces, las cruzadas realmente representan el primer gran contraataque del Occidente cristiano contra los ataques musulmanes que se habían dado continuamente desde el inicio del Islam hasta el siglo XI, y que siguieron luego casi sin cesar".

En cuanto a este primer mito, el experto hace una sencilla afirmación para entender un poco mejor el asunto: "basta con preguntarse cuántas veces fuerzas cristianas han atacado la Meca. La respuesta, por supuesto, es nunca".

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

WhatsApp Telegram

Segundo mito: "los cristianos occidentales fueron a las cruzadas porque su avaricia los motivó a saquear a los musulmanes para hacerse ricos"

"Nuevamente –explica– no es verdad". Algunos historiadores como Fred Cazel explican que "pocos cruzados tenían suficiente dinero para pagar sus obligaciones en casa y mantenerse decentemente en las cruzadas".

Desde el principio mismo, recuerda el Dr. Paul F Crawford, "las consideraciones financieras fueron importantes en la planeación de la cruzada. Los primeros cruzados vendieron tantas de sus posesiones para financiar sus expediciones que generaron una extendida inflación".

"Aunque los siguientes cruzados tomaron esta consideración en cuenta y comenzaron a ahorrar mucho antes de embarcarse en esta empresa, el gasto seguía estando muy cerca de lo prohibitivo", añade.

Tras recordar que lo que algunos estimaban iban a costar Las Cruzadas era "una meta imposible de lograr", el historiador señala que "muy pocos se hicieron ricos con las cruzadas, y sus números fueron empequeñecidos sobremanera por quienes quebraron. Muchos en el medioevo eran muy conscientes de eso y no consideraron a las cruzadas como una manera de mejorar su situación financiera".

Tercer mito: "los cruzados fueron un bloque cínico que en realidad no creía ni en su propia propaganda religiosa, en vez de eso tenían otros motivos más materiales"

Este, señala el experto historiador en su artículo, "ha sido un argumento muy popular, al menos desde Voltaire. Parece creíble e incluso obligatorio para la gente moderna, dominada por la perspectiva del mundo materialista".

Con una tasa de bajas que bordeaba el 75 por ciento, con una expectativa de volver quebrado y no poder sobrevivir, ¿cómo tenía resultado la prédica para que más personas se enrolaran?, cuestiona el historiador.

Crawford responde explicando que "las cruzadas eran apelantes precisamente porque era una tarea dura y conocida, y porque emprender una cruzada por los motivos correctos era entendida como una penitencia aceptable del pecado. Lejos de ser una empresa materialista, la cruzada era impráctica en términos mundanos, pero valiosa para el alma".

"La cruzada era el ejemplo casi supremo de ese sufrimiento complicado, y por eso era una penitencia ideal y muy completa", añade.

El historiador indica luego que "con lo complicado que puede ser para la gente actual creer, la evidencia sugiere fuertemente que la mayoría de los cruzados estaban motivados por el deseo de agradar a Dios, expiar sus pecados y poner sus vidas al servicio del 'prójimo', entendido en el sentido cristiano".

Cuarto mito: "los cruzados le enseñaron a los musulmanes a odiar y atacar a cristianos"

Las Mejores Noticias Católicas - directo a su bandeja de entrada

Regístrese para recibir nuestro boletín gratuito de ACI Prensa.

Click aquí

Otra vez, aclara Paul Crawford, nada más alejado de la verdad. El historiador señala que "hasta hace muy poco, los musulmanes recordaban las cruzadas como una instancia en la que habían derrotado un insignificante ataque occidental cristiano".

La primera historia musulmana sobre las cruzadas no apareció sino hasta 1899. Por ese entonces, el mundo musulmán estaba redescubriendo las cruzadas, "pero lo hacía con un giro aprendido de los occidentales".

"Al mismo tiempo, el nacionalismo comenzó a enraizarse en el mundo musulmán. Los nacionalistas árabes tomaron prestada la idea de una larga campaña europea contra ellos de la escuela europea antigua de pensamiento, sin considerar el hecho de que constituía realmente una mala representación de las cruzadas, y usando este entendimiento distorsionado como una forma para generar apoyo para sus propias agendas".

Entonces, precisa el Dr. Crawford, "no fueron las cruzadas las que le enseñaron al Islam a atacar y odiar a los cristianos. Muy lejos de eso están los hechos. Esas actividades habían precedido a las cruzadas por largo tiempo, y nos dirigen hasta el origen del Islam. En vez de eso, fue Occidente quien enseñó al Islam a odiar las Cruzadas. La ironía es grande".

Para leer el artículo completo ingrese a: http://www.aciprensa.com/controversias/lascruzadas.htm 

Dona a ACI Prensa

Si decides ayudarnos, ten la certeza que te lo agradeceremos de corazón.

Donar