VATICANO,
El Papa Benedicto XVI explicó que por amor, Dios siempre llama a cada uno de los hombres y mujeres por su nombre, de manera personal, y espera una respuesta concreta para colaborar con Él en la historia de la salvación de la humanidad.
En la lectio divina que presidió ayer por la tarde, en su visita al Seminario Romano Mayor en la víspera de la fiesta de la Virgen de la Confianza, Patrona del Instituto, el Santo Padre reflexionó sobre el pasaje de la Carta a los Efesios 4,3 en el que San Pablo exhorta a "conservar la unidad en el espíritu".
El Papa recordó que "el comportamiento de los cristianos es la consecuencia del don, la realización del don que se nos da, no es un afecto automático porque con Dios estamos siempre en la realidad de la libertad".
"El Bautismo, lo sabemos, no produce automáticamente una vida coherente: esta es fruto de la voluntad y del esfuerzo perserverante de colaborar con el don, con la Gracia recibida. Y este esfuerzo cuesta, hay un precio por pagar por persona".
Seguir a Cristo, dijo el Papa, "significa compartir su Pasión, su Cruz, seguirlo hasta el final, y esta participación en la suerte del Maestro une profundamente a Él y refuerza la exhortación del Apóstol".
Benedicto XVI explicó luego que San Pablo se refiere a la vocación de todo cristiano, a la llamada de Dios para vivir con Él: "la vida cristiana comienza con una llamada y permanece siempre una respuesta, hasta el final. Ya sea en la dimensión de creer o en la dimensión del actuar: tanto la fe como el comportamiento del cristiano son correspondencai a la gracia de la vocación".