ROMA,
El asesinato del ministro católico Shahbaz Bhatti en Pakistán confirma el odio religioso por parte de los extremistas musulmanes que consideran estos hechos como "actos agradables a Alá que garantizan la salvación inmediata", denuncia un sacerdote misionero que sirve en el país desde hace 30 años.
Shahbaz Bhatti fue interceptado ayer por un grupo de enmascarados cuando salía de su residencia rumbo a su oficina. Los asesinos que dijeron ser miembros de Al Qaeda le dispararon con armas automáticas durante dos minutos. El ministro recibió en total ocho disparos que le causaron la muerte.
Los panfletos dejados por los asesinos del ministro Bhatti ayer en la escena del crimen contenían frases como "fue muerto porque era cristiano, infiel y blasfemo", su asesinato es parte de "una guerra de religión para eliminar a aquellos que desean modificar la ley sobre la blasfemia"; y "por gracia de Allah, todos los que son miembros de la Comisión de revisión de la ley, irán al infierno".
En declaraciones a la agencia vaticana Fides, el P. Robert McCulloch, misionero de San Colombino y amigo del funcionario católico, advierte que con este brutal homicidio "todos los que están comprometidos con la reforma de la ley sobre blasfemia están en grave peligro".
La Ley de Blasfemia es una norma cuya base está en la ley sharia (islámica) que condena cualquier ofensa contra Mahoma o el Corán. Cualquier musulmán puede denunciar a alguien por haberla trasgredido sin necesidad de testigos o pruebas. Las penas llegan incluso hasta la muerte y con frecuencia esta ley se usa para perseguir a los no musulmanes como los cristianos.
Para el P. McCulloch "los asesinatos motivados por la religión son declarados públicamente en Pakistán por extremistas islámicos que los definen como ‘actos que son agradables a Allah y que garantizan la salvación inmediata’. Son declaraciones que un estado civil debería detener".