VATICANO,
En la Audiencia General de este miércoles, el Papa Benedicto XVI habló sobre San Francisco de Sales, que enseña con su vida que "Dios nos atrae con lazos de amor y de verdadera libertad, no a la fuerza; nos llama al completo abandono a su voluntad y a la plenitud del amor que es la caridad".
En la audiencia celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa habló sobre este santo obispo y Doctor de la Iglesia que vivió entre los siglos XVI y XVII. Nacido en 1567, de una noble familia francesa, cuando todavía era joven San Francisco, "tuvo una crisis profunda, mientras reflexionaba sobre el pensamiento de San Agustín y de Santo Tomás de Aquino".
Esta crisis "lo llevó a interrogarse sobre su salvación eterna y el destino que Dios le tenía reservado, sufriendo como un verdadero drama espiritual las principales cuestiones teológicas de su tiempo". Así "se abandonó entonces al amor de Dios: amándolo, sin esperar nada, y al mismo tiempo, confiando en el amor divino. Este será el secreto de su vida".
El Santo Padre explicó que Francisco fue ordenado sacerdote en 1593 y consagrado obispo de Ginebra en 1602, "en un período en que la ciudad era bastión del Calvinismo. Apóstol, predicador, escritor, hombre de acción y de oración, empeñado en la controversia y en el diálogo con los protestantes, experimentó, más allá del necesario debate teológico, la eficacia de la relación personal y de la caridad".
Con Santa Juana Francisca de Chantal, fundó la Orden de la Visitación, "caracterizada por una consagración total a Dios vivida en la sencillez y humildad". San Francisco de Sales muere en 1622.
"En su obra ‘Introducción a la vida devota’, dirige una invitación que en aquella época pudo parecer revolucionaria. Es la invitación a ser totalmente de Dios, viviendo en plenitud la presencia en el mundo y las tareas del propio estado".