VATICANO,
Al presidir ayer las vísperas en la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo, el Papa Benedicto XVI alentó a los consagrados a ser luz para el mundo que oriente con pasión y sabiduría a todos hacia la vida buena del Evangelio de Cristo.
En la Basílica de San Pedro el Papa señaló que "la Presentación de Jesús en el templo constituye una imagen elocuente de la entrega total de la propia vida para aquellos hombres y mujeres que están llamados a reproducir en la Iglesia mediante los consejos evangélicos, los rasgos más característicos de Jesús, virgen, pobre y obediente".
"Por eso, el venerable Juan Pablo II escogió esta fiesta para celebrar la anual Jornada de la Vida Consagrada".
Benedicto XVI propuso tres motivos de reflexión sobre la Presentación. En primer lugar, "la imagen evangélica de la Presentación de Jesús en el templo contiene el símbolo fundamental de la luz; la luz que partiendo de Cristo se irradia sobre María y José, sobre Simeón y Ana y, a través, de ellos, sobre todos".
"Los Padres de la Iglesia han ligado esta irradiación al camino espiritual. La vida consagrada expresa ese camino, de forma especial como amor por la belleza divina, reflejo de la bondad de Dios".
En segundo lugar, esa imagen "manifiesta la profecía, don del Espíritu Santo. Simeón y Ana, al contemplar al Niño Jesús, entreven su destino de muerte y resurrección para la salvación de todas las gentes y anuncian ese misterio como salvación universal".