VATICANO,
En la audiencia general de este miércoles, el Papa Benedicto XVI habló sobre Santa Teresa de Jesús (1515-1582), quien con su vida enseña que el tiempo de la oración no es una pérdida sino una necesidad fundamental para crecer en amor y amistad con Dios en la vida cotidiana.
En el Aula Pablo VI, el Santo Padre explicó que Teresa de Ahumada nació en Ávila (España). En la adolescencia la lectura de libros profanos la conduce a una vida mundana, pero posteriormente la lectura de autores espirituales "la inician en el recogimiento y la oración. A los veinte años entra en el monasterio carmelita de la Encarnación, en Ávila".
El Papa resaltó que en la lucha contra las graves enfermedades, Santa Teresa "ve el combate contra las debilidades y las resistencias a la llamada de Dios. En la Cuaresma de 1554, a los 39 años, Teresa llega a la cumbre de la lucha contra sus propias debilidades".
"Paralelamente a la madurez de su vida interior, la Santa comienza a desarrollar concretamente el ideal de reforma de la Orden Carmelita: en 1562 funda en Ávila, con el apoyo del obispo de la ciudad, don Álvaro de Mendoza, el primer Carmelo reformado. En los años siguientes prosigue las fundaciones de nuevos Carmelos, en total diecisiete. Es fundamental el encuentro con San Juan de la Cruz, con quien, en 1568, en Duruelo, cerca de Ávila, funda el primer convento de Carmelitas Descalzos". La santa muere en 1582. Fue beatificada por Pablo V en 1614, canonizada por Gregorio XV en 1622 y proclamada Doctora de la Iglesia por el Siervo de Dios Pablo VI en 1970.
Benedicto XVI resaltó que "Teresa de Jesús no tuvo una formación académica, pero siempre hizo tesoro de las enseñanzas de teólogos, literarios y maestros espirituales". Entre sus obras, destacan el Libro de la vida, en el que presenta su alma a San Juan de Ávila; Camino de perfección, dedicado a sus religiosas como programa espiritual y la "obra mística más famosa es El Castillo interior o las Moradas", en la que muestra "el desarrollo de la vida cristiana hacia la santidad". A su actividad de fundadora de los Carmelos reformados dedica el Libro de las fundaciones.
Refiriéndose a la espiritualidad teresiana, el Papa destacó "las virtudes evangélicas como base de toda la vida cristiana y humana; una profunda sintonía con los grandes personajes bíblicos y la escucha de la Palabra de Dios. La Santa subraya también que la oración es esencial". En este sentido, señaló que "al lector de sus obras le enseña a orar, rezando con él".