VATICANO,
Al presidir el rezo de las Vísperas en la Solemnidad de la Conversión del Apóstol San Pablo y por el final de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el Papa Benedicto XVI dijo que la unidad de quienes creen en Cristo es un don de Dios y un imperativo moral por el que se trabaja incansablemente.
En la Basílica de San Pablo de Extramuros, al término de estos siete días de oración bajo el lema "Unidos en la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración", el Papa dijo que "siguiendo el ejemplo de Jesús, que en la vigilia de su pasión rezó al Padre ‘para que sus discípulos sean uno’, los cristianos siguen invocando incesantemente de Dios el don de la unidad".
Tras recordar que el lema de este año fue sugerido por la comunidad cristiana de Jerusalén, Benedicto XVI indicó que con él "los cristianos de la Ciudad Santa nos invitan a renovar y reforzar nuestro esfuerzo para el restablecimiento de la plena unidad meditando en el modelo de vida los primeros discípulos de Cristo".
Esta comunidad fundada "en la comunión profunda con Dios, que se ha revelado en su Hijo, por el encuentro con Cristo muerto y resucitado" testimonia "la presencia y la acción del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia. Es un testimonio lleno de confianza de que este Espíritu Santo, uniendo a todos en Cristo, es el principio de la unidad de la Iglesia y hace a los creyentes una sola cosa".
Tras reiterar que la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración son los pilares de toda comunidad cristiana, el Papa reiteró su llamado al diálogo ecuménico.
"Sabemos bien, sin embargo, que estamos todavía lejos de aquella unidad por la cual Cristo ha rezado y que vemos reflejada en aquella primera comunidad de Jerusalén".